Donald Trump, ya de por sí impredecible, empezará su segundo mandato más desinhibido que nunca.
El millonario republicano ha logrado remontar políticamente siendo fiel a su estilo: ideas sencillas, machacadas una y otra vez, libres de convencionalismos.
“El carácter de Trump es fundamentalmente el mismo” que en su primer mandato: “Volátil, obstinado, contradictorio”, resume David Greenberg, profesor de historia y periodismo en la Universidad de Rutgers.
“Si te gustó Trump 1, te gustará Trump 2”, opina Peter Loge, profesor de la universidad George Washington.
VENTAJA EN EL CONGRESO. Pero a diferencia de su primera etapa como presidente, entre 2017 y 2021, los obstáculos en su camino se han reducido y el 20 de enero Trump llegará a la Casa Blanca con varias ventajas.
El Partido Republicano tiene mayoría en el Congreso y su influencia sobre los conservadores es enorme en momentos en que los medios atraviesan una crisis económica y de identidad.
“Trump ha remodelado el Partido Republicano a su imagen y semejanza”, afirma Jon Rogowski, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Chicago.
Casi 10 años después de entrar en política, el millonario ha conseguido rodearse de escuderos leales y sofocar las voces disidentes dentro del campo conservador.
A diferencia de 2016, “las disputas internas en el partido no servirán de contención”, predice Jon Rogowski.
CUENTA CON MÁS APOYO. Ya no es el paria que fue en su día. Ahora los dueños de grandes compañías tecnológicas y los ejecutivos extranjeros acuden en masa a su lujosa mansión de Mar-a-Lago, en Florida, para ganarse los favores del presidente electo.
Su victoria en noviembre, en comparación con su fracaso en 2020, “lo hizo más aceptable para un espectro político más amplio”, según Jon Rogowski.
Para David Greenberg, Estados Unidos ha experimentado en los últimos años “una erosión de la confianza en las instituciones”.
Al profesor le preocupa un posible debilitamiento del equilibrio de poder en los próximos cuatro años, en el contexto de la “guerra contra la burocracia” que Donald Trump y sus aliados, como Elon Musk, libran.
Antes incluso de regresar al despacho oval, el presidente electo reveló sus intenciones de realizar deportaciones masivas de quienes viven en irregular en el país.
También lanzó advertencias a México, Canadá y China, a los que amenaza con aranceles hasta que tomen medidas contra el fentanilo y los cruces fronterizos ilegales.
Las declaraciones del republicano han causado una onda de choque en algunas cancillerías, como cuando afirmó que quiere anexionar el Canal de Panamá y Groenlandia.
Nada asegura que vaya a cumplir este programa al pie de la letra.
“Creo que la gente debería tomar a Trump muy en serio”, advierte Greenberg, aunque “a menudo es difícil separar lo que se debe tomar en serio de lo que no”.
Algunas declaraciones son “claramente provocaciones retóricas, mientras que otras apuntan a su pensamiento político”, añade.
Por el momento, se acerca un segundo mandato envuelto en incertidumbre.