“Estamos pensando en (acabar con la) ciudadanía por nacimiento muy en serio”, dijo el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en declaraciones a los periodistas antes de emprender un viaje hacia el estado de Kentucky.
“Francamente, es ridículo (...). Tienes un bebé en nuestro país, es decir, cruzas la frontera, tienes un bebé y ‘felicidades, el bebé es ahora un ciudadano estadounidense’”, añadió.
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Trump ya prometió acabar con ese derecho cuando competía por la Casa Blanca en 2016, y el pasado octubre, durante la campaña de elecciones legislativas en EEUU, el mandatario recuperó la idea y aseguró que firmaría un decreto para implementarla, algo que finalmente no hizo.
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La oposición demócrata le recordó entonces que sería necesaria una reforma constitucional para lograr ese objetivo, dado que ese derecho está amparado por la decimocuarta enmienda de la Carta Magna, aprobada en 1868 para conceder el estatus de ciudadano a los esclavos afroamericanos liberados.
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Esa enmienda establece que “todas las personas nacidas o naturalizadas en Estados Unidos, y sujetas por tanto a su jurisdicción, son ciudadanos de Estados Unidos y del estado en el que residen”.
El Tribunal Supremo respaldó ese derecho para los hijos de inmigrantes en 1898, pero la Casa Blanca subrayó el pasado octubre que la máxima instancia judicial nunca se había pronunciado sobre el tema en casos en que los padres del aspirante a la ciudadanía fueran indocumentados.
Trump no aclaró este miércoles si su plan para acabar con ese derecho se basaría exclusivamente en su poder ejecutivo, pero si llegara a intentarlo por decreto, esa medida desencadenaría con toda seguridad una batalla judicial que acabaría en el Supremo.