Las campañas de ambos candidatos son conscientes de que decenas de millones de estadounidenses sintonizarán la cadena CNN (21:00 hora de Paraguay) para ver el cara a cara y preparan el encuentro a sabiendas de que cualquier error que se haga viral puede decantar la balanza.
Trump ha liderado durante todo el año los sondeos, pero su imagen ha sufrido un leve desgaste desde que fue declarado culpable en Nueva York de falsear registros comerciales para comprar el silencio de una actriz porno en las elecciones de 2016.
Biden, en cambio, tiene el viento de las últimas encuestas a favor con una trayectoria ascendente durante la última semana que lo ha colocado en primer lugar, aunque la diferencia es tan estrecha que no permite hacer predicciones.
La media nacional de encuestas del portal FiveThirtyEight da al actual presidente el 40,8% de las intenciones de voto frente al 40,7% de su rival republicano. Eso convierte el debate de mañana en un encuentro decisivo.
“Aunque haya pocos miles de personas en estados clave que cambien de opinión tras el debate, eso ya alteraría la trayectoria de estas elecciones tan reñidas”, dijo a EFE Aaron Kall, director del Programa de Debates de la Universidad de Míchigan.
LUCIDEZ DEL PRESIDENTE. Durante 90 minutos, estarán cara a cara los dos aspirantes de mayor edad de la historia –Biden tiene 81 años y Trump 78– y también los más impopulares, lo que llevará a muchos ciudadanos a votar por quien consideren el mal menor.
Las miradas estarán puestas en la lucidez y vigorosidad de Biden, cada vez más cuestionado por sus despistes, y en los modales de Trump, conocido por sus bulos e insultos. Además, a los dos les falta práctica, pues no debaten desde 2020.
El republicano lleva días calentando los motores y explotando las debilidades de Biden, a quien retó a someterse a una prueba de drogas para demostrar que no acudirá dopado al debate.
La sensación generalizada entre los analistas es que será un cara a cara con más ataques personales que propuestas.
“Los dos son vulnerables a ser noqueados por los insultos del rival. Los dos pueden perder el temperamento, más que ningún otro candidato en el pasado, y realmente se odian”, dijo a EFE el experto en debates presidenciales, Steven Fein.
A pesar del desprecio mutuo, ambos han podido acordar las reglas.
Esta vez, sin embargo, puede que el debate de la CNN sea más ordenado y tenga menos interrupciones que los de hace cuatro años, dado que solo estará encendido el micrófono del candidato que tenga el turno de palabra.