La renuncia de Penner no fue una sorpresa para nadie, pues desde hace meses venía votando como un cartista más. La reacción airada de la gente tampoco pudo haber sido una sorpresa para Penner, pues es un hombre de dilatada carrera política: fue concejal departamental, gobernador, diputado y senador. Una prueba de que es un viejo zorro en estos avatares es que solicitó estar en el octavo lugar de la lista de senadores de su partido. Era, de ese modo, la opción 8 de la Lista 8.
Sabía que ocurriría el llamado sesgo cognitivo que induce al elector poco avispado a votar por el candidato que lleva el mismo número que su lista. Eso ocurrió en las internas de la ANR, por ejemplo, donde Beto Ovelar era opción 2 en la Lista 2 y quedó primero; mientras que Cachito Salomón, que era el número 3 de la lista 3, también obtuvo más votos que los dos que lo antecedían. En el PLRA, el desconocido Édgar López logró ser el segundo precandidato más votado para el Senado, luego de haber sido la opción 9 de la lista 9.
Queda demostrado que Penner, tonto no es. Sacó provecho del voto preferencial, curiosamente, un proyecto insignia de Patria Querida. Saltó así del puesto 8 a cabeza de lista y fue el único senador electo por ese partido, que ahora quedó sin representación parlamentaria.
Penner, uno de los fundadores de Patria Querida, sabía que su renuncia indignaría a centenares de personas que confiaron en él. Sabía que despertaría el odio de muchos y que su transfuguismo mancharía su biografía política. Los jóvenes de Patria Querida lo trataron muy mal en un pronunciamiento en el que le recordaron que su banca se debe al esfuerzo del partido y no a su mérito personal. Orlando Penner pertenece a una colectividad en la que los valores morales tienen preponderancia. La decepción de tantos no le puede resultar indiferente. Algo muy poderoso tuvo que haberlo motivado a dar ese paso.
Impelido por la prensa a argumentar su decisión, dio a entender que deseaba impulsar un proyecto de agua para las comunidades menonitas e indígenas del Chaco. El proyecto de construir un canal a cielo abierto de casi 300 kilómetros, con el costo de unos 250 millones de dólares, contaría, según él, con el respaldo de las poderosas cooperativas Chortitzer, Fernheim y Neuland, a cambio de una concesión por treinta años.
Aquí me surgen una pregunta y una sospecha. La pregunta es: Para llevar agua al Chaco, ¿es indispensable pasarse al cartismo? Y la sospecha proviene del desmentido de las cooperativas menonitas sobre la conformación de una sociedad y su desagrado por el apresuramiento del parlamentario. Penner no ha contado toda la verdad, parece.
Bueno es aclarar que no siempre es ilegítimo que alguien abandone un partido. Hay situaciones ideológicas o coyunturales que pudieran justificarlo. El transfuguismo se vuelve deshonesto cuando está motivado por ventajas personales, confesables o no. En el actual Parlamento, la migración ha alcanzado niveles nunca antes conocidos. En casi todos los casos –la salida de Nakayama del PLRA es una excepción–, unidireccional. La bancada cartista ejerce una atracción fatal para supuestos opositores que se lanzan a sus brazos a cambio de prebendas, dinero, cargos públicos o impunidad.
Algunos no tienen nada que perder, como los impresentables de Cruzada Nacional o los cuatro liberocartistas expulsados. Pero otros conservaban una cierta imagen pública, como Patrick Kemper y Orlando Penner. Grande debe ser la recompensa para que no les importe lo que opinen sobre ellos aquellos que les dieron su voto.