Frente al complejo deportivo Los Arrayanes, en Asunción, se soltaron al cielo globos blancos en memoria del joven padre Rodolfo Antonio de Jesús Núñez Scolari, cuya vida se apagó a los 27 años.
Rolo, como es recordado por sus amigos y familiares, murió el sábado 16 de setiembre del 2023 durante un torneo de ex alumnos del Colegio Técnico Nacional (CTN). Este lunes se cumple un año de luctuoso hecho.
Luego de haber jugado, se sentó a descansar al costado de la cancha sintética y se recostó por un poste de hierro que sostiene la red de protección, donde sufrió una descarga eléctrica, según las denuncias. Luego esto se confirmó en un estudio forense.
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Recibí las noticias en tu celular, unite al canal de ÚH en WhatsAppA un año de la muerte del joven padre, la audiencia preliminar sigue pendiente. En la misma se definirá si el caso se eleva o no a juicio oral y público. Ya se suspendió cinco veces.
“Basta de alargar el dolor”, “Un año sin Rolo, exigiendo justicia”, eran las frases que se colgaron en carteles y pancartas en los portones del acceso al complejo.
Su padre le pidió al juez y a la fiscala del caso justicia para su hijo, mientras que su madre, empatía.
“Un sábado a la tarde nos arrebataron a nuestro hijo. A un año, estamos acá pidiendo justicia y empatía”, expresó la madre.
Por su parte, Montserrat Giménez, quien fuera novia de Rolo Núñez, recordó al padre de sus hijas en medio de lágrimas y un profundo dolor por su repentina partida.
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📌 Se cumple un año de la muerte de "Rolo": familiares y amigos se movilizaron exigiendo justicia.
— Telefuturo (@Telefuturo) September 15, 2024
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“Necesito que se haga justicia y que los responsables asuman su culpa. Él ya no está con nosotros y no saben el dolor tan grande que nos dejaron. Tengo dos niñas que van a crecer sin papá. Todos los días cuesta avanzar”, manifestó.
El caso de Rolo es investigado bajo la carátula de homicidio culposo, donde hay cuatro personas acusadas. Entre ellos, los dueños del complejo, María Lila Contreras Saguier y Édgar Torres, de la firma Prolife SA; y los subarrendatrios María Contreras y Óscar Ruiz, de la empresa Epro SA.
Además, el complejo no contaba con planos aprobados ni licencia comercial para operar.
