La distancia entre Asunción y el puesto Madrejón, la entrada más cercana al parque, es de casi 700 km, pero 200 km de este trayecto —desde la ciudad de Filadelfia hasta el Defensores— no están asfaltados y el camino de tierra desafía la velocidad, con sus pozos y extensos talcales.
Como todo parque nacional, es de acceso público y gratuito, aunque quizás el Defensores del Chaco no recibe a la misma cantidad de visitantes que otros. Su distancia y condiciones climáticas pueden desalentar a los viajeros más casuales, pero su riqueza en fauna y flora es inigualable en todo el continente y es una buena recompensa tras el largo camino.
El puesto del Ministerio del Ambiente (Mades) en Madrejón ofrece mínimas comodidades a los visitantes, que pueden acampar ahí. Como en gran parte del Chaco, el agua es un lujo: se puede usar para asesarse, pero es necesario llevar bidones para el consumo. También hay paneles solares y un generador que permiten acceder a electricidad.
Custodios de la inmensidad verde, seca y viva
Al llegar a Madrejón, uno es recibido por los guardaparques que trabajan y viven ahí. Uno de ellos parece haber nacido para custodiar el cerro León: Leongino León Oviedo es oriundo de Caazapá y desde hace más de cinco años es guardaparques en el Defensores.
“Cada dos o tres meses volvemos a nuestra casa. Podemos salir cada 22 días, pero es muy complicado por la distancia”, explica León.
Hoy, esta superficie —que casi triplica a la extensión del Departamento Central— es resguardada por seis guardaparques: cuatro en Madrejón y dos en el puesto de Aguadulce, al este del parque. La escasez de personal hizo que algunos puestos del Mades en el área estén abandonados desde hace décadas.
“Tenemos agua para uso de baño, con el tajamar y la motobomba. Normalmente hacemos una o dos veces a la semana un recorrido por la zona y una vez al mes otro general”, comenta Leongino.
“No registramos prácticamente denuncias o irregularidades acá. La mayoría de los vecinos son ganaderos y es muy poca por acá la cacería. Tampoco tenemos deforestación dentro del parque”, agrega, aunque advierte, que el constante patrullaje y la colaboración de vecinos son claves para mantener al parque en estas condiciones.
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“Esta tranquilidad”, como define Leongino a la casi inexistencia de actividades ilegales en esta área protegida, penosamente es también una de las excentricidades del parque Defensores. De acuerdo con Global Forest Watch, en las dos primeras décadas de este siglo, Paraguay ha sido el país que más ha deforestado en Latinoamérica, por detrás de Brasil.
En ese sentido, el Bosque Seco del Chaco es uno de los que más rápidamente están desapareciendo, según la misma plataforma de monitoreo mundial de cambio de uso de suelo.
Las áreas protegidas por el Estado no escapan a esta dinámica. Según un informe del 2021 del Instituto Forestal Nacional, solo entre 2018 y 2020, 5.000 hectáreas fueron deforestadas en parques nacionales del país para ser destinadas a cultivos ilícitos.
Esto no significa que el Defensores no requiera de mayor protección. En sus recorridos, los guardaparques ya detectaron apertura de picadas en el parque, que luego son cerradas por ellos y la naturaleza, que con el tiempo vuelve a ganar su terreno.
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Asimismo, la presencia de estancias ganaderas alrededor del parque ha derivado en ocasiones en la pérdida de bosque en la zona de amortiguamiento del parque, necesaria para conectar el área con otras reservas aledañas y resguardar su núcleo boscoso.
Las huellas en el camino
El camino de Madrejón al puesto abandonado del Mades en el cerro León —distanciados por más de 50 km— es también de tierra y cada tanto, permite divisar el paso de los dueños del parque, los seres vivos que lo pueblan.
“El yaguareté ronda bastante por esta zona”, dice al paso Leongino. Las huellas del yaguareté (Panthera onca) pueden ser encontradas en los caminos colindantes al parque y dentro de la inmensa área protegida.
El Plan de Manejo del Parque Defensores del Chaco 2017-2027 señala que esta zona alberga a unas 70 especies de mamíferos, que representan el 45% de las especies en Paraguay. Algunos de estos animales son yaguareté, mborevi, tiríka, aguara’i, tatu carreta y kure’i.
Diez de las especies encontradas en el parque están en peligro e incluso algunas amenazadas de extinción.
Se trata del área silvestre protegida de la Región Occidental, donde se han registrado el mayor número de especies de mamíferos. Esta gran diversidad también existe con relación a las aves, anfibios y reptiles del parque.
Todos estos animales no son los únicos que habitan el Defensores del Chaco. El cerro León —unas 80.000 hectáreas de serranía con una vegetación espesa y seca— es considerado una tierra ancestral y sagrada para los indígenas del pueblo Ayoreo, que a este enclave del parque lo llaman “Cucaani”.
El Mades registró en su plan de manejo que existen indicios certeros e importantes testimonios que señalan la presencia de grupos de ayoreo en aislamiento voluntario, constituyendo así una de las pocas comunidades indígenas silvícolas en el mundo.
Los guardaparques de la zona no se cruzaron con ellos, aunque muy de vez en cuando observan algún rastro suyo; esto se explica por la vastedad del parque. En el 2018, Wilhelm Wabnegg, un explorador austriaco de 62 años, se internó en el parque para conocer el cerro León y nunca más pudo ser hallado, a pesar de las extensas búsquedas por aire y tierra.
Inyectar vida a los parques
“Estamos en el Parque Nacional Defensores del Chaco, el parque más grande en Paraguay, tiene 720.000 hectáreas, y resguarda un ecosistema único en Paraguay, el Chaco Seco o xerófito en el Chaco, y dentro de este ecosistema existen un sinnúmero de especies en peligro de extinción, hay cuestiones históricas y culturales ligadas al parque”, explica René Palacios, coordinador de proyectos de biodiversidad y áreas protegidas de la WWF.
La organización ambientalista, junto al Mades, está llevando a cabo un proyecto de revitalización de los parques nacionales de la Reserva de Biósfera del Chaco.
“El proyecto tiene como meta fortalecer la gestión de todas las áreas núcleo de la reserva biósfera del Chaco, son seis áreas protegidas. Estamos hablando de casi dos millones de hectáreas en total”, explica. Se trata de los parques Médanos del Chaco y Defensores del Chaco; también el Parque Río Negro, cerro Cabrera-Timane, el Parque Teniente Enciso y el cerro Chovoreca.
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Revitalizar a los parques chaqueños parece más urgente que nunca. Apenas semanas atrás, la Cámara de Diputados estudió un proyecto de ley que pretendía la explotación de hidrocarburos en el Médanos del Chaco y arriesgar así el medioambiente en el área.
La propuesta fue rechazada, aunque voceros del oficialismo colorado anunciaron que no renunciarán hasta traer “el desarrollo” al Chaco.
En el marco de este proyecto, un equipo de Última Hora acompañó a técnicos de WWF y la organización A Todo Pulmón a una expedición al cerro León, que también estuvo en la mira de políticos y empresarios en el 2015, cuando el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones pretendió realizar una prospección geológica, con miras a una eventual cantera. El repudio ciudadano hizo recular en aquel entonces al gobierno.
“Es importante que la gente conozca los lugares, por sobre todo entender la función que los parques cumplen, debido a que el Chaco presenta un cambio muy dinámico actualmente y lo único que hacen las áreas protegidas, todas estas zonas de conservación, es contribuir a la parte productiva”, sostiene Palacios.
“Es decir, mantener que este sistema esté funcionando y esa producción podrá ser sostenible. Es crucial que la gente conozca y si pueden conocer estos parques, sería perfecto”, agrega.
Llegar hasta el cerro León no es fácil, pero un atardecer visto desde su cima, bien vale la pena.