Por Andrés Colmán Gutiérrez
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–Papi... ¿cómo es la Navidad allí, en España? ¿Es cierto que hace mucho frío?
–Sí, mi amor, hace bastante frío. Aquí todo es muy frío. Es una Navidad muy diferente. Pero ahora que les veo brindando, ya me están transmitiendo el calor del Paraguay.
–¡Salud, papi...!
Desde la pequeña ventana abierta en el monitor de la computadora, Martín Genes sonríe y se seca las lágrimas de emoción con el dorso de la mano.
En frente están su esposa, Viviana Meza, y sus tres hijos: Martín (12), Vivian Guadalupe (11) y Gabriela Araceli (9). Ya casi es Nochebuena y se están mirando cara a cara, diciéndose unos a otros lo mucho que se quieren. Solo que están a miles de kilómetros de distancia.
Martín está en un “locutorio” (cabina pública) en Valencia, España. Vivi y los chicos están en la Redacción de Última Hora, en Asunción, frente a una computadora con web-cam, una cámara conectada a la red para que puedan verse en vivo, además de hablar y escribirse.
Hay pan dulce y bebidas, un arbolito con luces y regalos. Papá Martín está lejos, pero a la vez muy cerca. Hace dos meses que se fue a España a buscar trabajo, y esta es la primera Navidad que pasan separados. Un equipo de producción de ÚH logró que puedan conectarse a través de la red, para brindar y pasar juntos una Nochebuena virtual.
DRAMA FAMILIAR. El caso de Martín Genes y su familia es uno más, similar al de miles de paraguayos, forzosamente separados por la dura realidad social que obliga a los padres o madres a emigrar al extranjero, en busca del empleo que aquí no encuentran.
Martín trabajó cinco años en un supermercado, hasta que la empresa cerró. Estuvo más de un año buscando un nuevo empleo, pero no tuvo suerte. Hasta que se decidió: “Yo también me voy a España”.
Partió el 11 de octubre. “Fue muy duro, porque los chicos nunca se habían separado de él”, cuenta su esposa. Hoy, Martín trabaja como recolector de frutas en Valencia, junto a varios otros paraguayos.
“Mirá, papi, tenemos gaseosa y pan dulce; mamá ya está tomando sidra”, dice Araceli, y muestra su copa frente a la cámara. "¡Qué bien! Veo que allí ya están farreando. Mándenme una copa por internet”, pide Martín.
Las dos niñas le cuentan que pasaron de grado y que sacaron “todo cinco” en sus exámenes. “Papi, volvé pronto, te extrañamos mucho”, le dice Martincito. “Sí, mi hijo, en cuanto pueda juntar una buena plata voy a volver al Paraguay y estaremos todos juntos otra vez”, promete él.
“Es por culpa de la corrupción”
“Mi papá se fue a España por culpa de la corrupción que hay en el país, porque los políticos roban mucho y no le dan trabajo a la gente”, dice Martín Genes Meza, de 11 años, dolido por tener que pasar su primera Navidad lejos de su progenitor.
“Los niños tienen muy claro que esto es culpa del Gobierno, y que nosotros pasamos este sacrificio porque su papá es honesto y decente; prefiere ir a trabajar en España antes que salir a robar”, agrega la mamá.
Ella trabaja en el Departamento de Servicios y Limpieza de Última Hora, y hoy se ocupa de sostener el hogar y de cuidar a sus hijos. “Mi marido todavía está ganando poco, pero confío en que va a salir adelante, va a volver con un poco de capital y vamos a poner un negocio; porque, a pesar de todo, yo quiero que mis hijos vivan y crezcan en el Paraguay”, dice Vivi.