Fotos: Fernando Franceschelli
Son las 6.00 de la mañana y Abelardo Samaniego acaba de tomar su turno. Se dirige hacia el hábitat de la elefanta Maia y empieza su rutina diaria, que consiste en constatar el estado de la paquiderma y alimentarla. Es una de las tres personas de confianza del animal, las únicas que se le pueden acercar sin temer un ataque.
“Hace más de 16 años que cuido a Maia”, afirma don Abelardo. Buena parte de una vida dedicada a la elefanta la de este funcionario, que ya cumplió los 68 años de edad y que hace 31 trabaja en el zoológico. Mientras tanto, también va formando a quienes más tarde o más temprano lo van a suceder, asume Samaniego, uno de los tantos cuidadores, imprescindibles para la supervivencia de los animales.
Don Abelardo le da órdenes a Maia y esta responde dócilmente; le habla al oído, la acaricia cerca de las orejas, le da de comer en la boca, le dobla la trompa. La confianza es alta y mutua. Y no puede ser de otra manera, pues se debe tratar con un animal salvaje y territorial, que se vuelve agresivo ante la presencia de extraños. Lo mismo sucede con otras especies.
Al alba
Un día en el zoológico de Asunción exige la supervisión de los animales durante las 24 horas. Los animaleros (así se conoce a los responsables del cuidado de cada especie) cubren tres turnos, de 6.00 a 12.00, de 12.00 a 18.00 y de 18.00 a 6.00.
La jornada comienza a las 6.00, cuando ingresan los funcionarios, los cuidadores y el personal de mantenimiento. Cada uno asume la guardia del turno anterior, haciendo una recorrida general, informando sobre las novedades, los decesos o el nacimiento de algún animal o comportamientos extraños.
De todas las novedades y procedimientos se deja constancia en un acta; luego se realiza la limpieza y desinfección de los hábitats, y después se procede a la entrega y reparto de los alimentos. Esta primera parte de la jornada debe estar completa antes de las 9.00, horario de apertura del zoológico al público.
La administración del parque elabora a través del área de Veterinaria una dieta específica para cada animal. “La fruta, carne y verduras que nos proveen son de primera calidad”, asegura Francisco Riego, jefe del Zoológico de Asunción.
El funcionario, quien ocupa el cargo desde enero pasado, afirma que la administración actual está tratando de mejorar los hábitats y las condiciones de vida de los animales en cautiverio, una materia en la que estaban aplazadas las gestiones anteriores.
Existe además la intención de que el zoológico sea reconocido a nivel internacional y obtenga una certificación de la World Association of Zoos & Aquariums (WAZA), para lo cual la institución local debe cumplir con algunos estándares de exigencia con respecto a la atención de los animales y al cuidado del medioambiente.
“En cuanto al bienestar animal, estamos trabajando en los hábitats, ampliándolos, con enriquecimiento ambiental como para que ellos tengan el espacio adecuado y así poder reducir los niveles de estrés, con tratamientos de parte de sus animaleros”, explica Riego.
Los encargados responsables trabajan en coordinación con los veterinarios, adecuándose a los planes de manejo elaborados para el efecto. “Son muchos los hábitats que durante años estuvieron en pésimas condiciones. Ahora iniciamos un trabajo que es largo, pero cuyos resultados ya están a la vista”, afirma el funcionario.
Los visitantes pueden comprobar que en el zoo las cosas han cambiado, para bien de los animales. Por ejemplo, los grandes felinos, como los tigres, los pumas, los yaguaretés y los leones, que anteriormente estaban en jaulas muy pequeñas, hoy tienen un hábitat ampliado, con más metros cuadrados a su disposición.
“Ahora estamos trabajando en los hábitats de los monos capuchinos; también los estamos ampliando. Trabajamos en desagües para los papagayos, que nunca tuvieron, y hemos proyectado sistemas de tratamiento para el agua de los hipopótamos, conjuntamente con la Municipalidad de Asunción y con el Parque Tecnológico de Itaipú, de manera que el agua pueda estar tratada las 24 horas y así también colaborar con el medioambiente”, añade Riego.
Conducta natural
Cada animal tiene el carácter propio de su especie y su personalidad individual, lo que exige cuidadores específicos de acuerdo a su naturaleza. Cuando son territoriales, como los felinos, los chimpancés, los hipopótamos o los elefantes, solo sus cuidadores pueden ingresar a sus hábitats.
“En el caso de Maia, son tres los que ella reconoce perfectamente, y la felicidad que siente cuando los ve es inmensa. Deja que ellos la toquen, la acaricien. Con los hipopótamos no se da ese mismo acercamiento, sí a través de los sistemas de seguridad, pero permiten que puedan estar más tiempo dentro de su hábitat. Con algunos es necesario el vínculo entre el personal y el animal. No dejan que sea otra persona la que se acerque a su hábitat”, asegura el jefe del zoológico.
Riego se ofrece para una demostración de la veracidad de sus afirmaciones y se dirige a la jaula de la chimpancé Chita. Efectivamente, cuando el animal lo ve, se acerca a los barrotes para ser acariciada y mimada. Y cuando le acercan un hoppy con jugo, lanza una exclamación de alegría.
Pero Chita reacciona de esa manera solamente con las personas conocidas. La presencia cercana de extraños la pone nerviosa y agresiva. Por tal razón es indispensable el buen relacionamiento de los animales con sus cuidadores. ¿Cómo se forma uno? “Por tradición”, responde Riego. Es que no existe una escuela para aprender el oficio, y cada generación de cuidadores debe ser formada y adiestrada por la anterior.
El tiempo que le lleva al animal acostumbrarse a un nuevo cuidador varía de acuerdo a cada especie. Para Juan Amadeo Rodríguez, con seis años de experiencia a cargo de los hipopótamos, la cuestión es sencilla: “Se acostumbran enseguida a uno cuando se dan cuenta de que les tratás bien, les das de comer”.
El futuro
Pero por muy bien tratadas que estén las especies, siguen estando confinadas a una superficie limitada y en cautiverio. Sociedades protectoras y organizaciones amigas de los animales proponen el cierre del zoo para terminar con una situación que consideran cruel.
Al respecto, Riego aclara que la función del zoológico es científica y educativa, y que alberga una colección ex situ que sirve para fines científicos y de educación. “Como ya lo venimos haciendo con otras instituciones, prestamos servicios técnicos porque tenemos conocimientos en el manejo de diferentes especies. En el caso de que se capture a un animal que se tenía en forma ilegal, nosotros colaboramos con esos conocimientos”, señala.
En cuanto a la liberación de los que hoy están presos, el funcionario opina “que los animales deben estar libres, pero a estos que hoy están en cautiverio no podemos soltarlos, porque van a morir”. Y asegura que la política actual del zoológico es no sacar ya a ningún animal de su hábitat natural. Para que vivan lejos de un zoo.
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El zoológico de Asunción alberga a más de 400 animales, pertenecientes a
70 especies.