Necesitamos como nación un gran sueño. Necesitamos objetivos que trasciendan personas, parlamentos, tribunales, momentos electorales y periodos de gobierno. Es triste escuchar regularmente la frase “ya no se va a hacer nada hasta después de las elecciones”. Nosotros debemos avanzar cada día. Hacemos avances a largo plazo con algunos pactos internacionales como los Objetivos de Desarrollo Sostenible y otros compromisos similares. Sin embargo, más allá de actos protocolares y algunos logros no han conseguido convertirse en una motivación diaria del ciudadano común ni de gran parte del empresariado, organizaciones políticas y demás actores. De cualquier manera, necesitamos un sueño propio armonizado con el resto del mundo, no concebido como una isla o una idea temporal y aventurera.
Nuestro gran sueño tiene que ser conservable y tiene que destacarse mundialmente. Solo como ideas imperfectas, puede ser tener el mejor índice mundial de nutrición infantil, o la mejor calificación educativa en la primaria, tener proporcionalmente la mayor cantidad de kilómetros de ríos y arroyos navegables y sin contaminación, lograr altos índices de competitividad o gobernanzas justas o tener los mejores indicadores de bienestar en las personas con menores ingresos. Hagamos más represas, más puentes, más costaneras y prioricemos salud y educación con logros medibles e irrefutables. Seguramente hay muchas ideas mejores que estas y muy realizables.
En el 2023 muy probablemente comprobaremos que 50 años no nos bastaron para negociar patrióticamente el Anexo C y cualquier otro tratado o anexo vinculado a nuestra energía y recursos naturales. Lastimosamente, quizás lleguemos obligados a una actitud mendicante y resignada. No debe volver a ocurrir. Dios nos ha dado demasiados bienes y nuestra gente merece vivir mejor.
Cuando Lincoln ganó la presidencia de Estados Unidos en 1860 no obtuvo ningún voto en 9 Estados, no obtuvo mayoría. Eso no impidió que se lanzara de lleno a abolir la esclavitud, a mejorar derechos de afroamericanos, a construir un sistema ferroviario de costa a costa, y a lidiar con un ambiente político fragmentado e inmaduro. Este ex leñador y abogado soñó con una gran nación unida a pesar de defectos, limitaciones y una atroz guerra civil, aunque le costara la vida, como ocurrió.
Nosotros hemos tenido estadistas, héroes y líderes y todos ellos, así como Lincoln, generaron polémicas, divisiones, conflictos, y aunque se ganaran enemigos partieron de la adversidad y persiguieron grandes ideales. Sobre ellos e inspirados en Jesús, el mejor líder que transformo a un precario grupo de seguidores en el más exitoso equipo misional de la historia, sigamos buscando buenos líderes y grandes sueños y confiemos en que el Espíritu Santo nos ayude a perseguirlos con fe, perseverancia y coraje.