AFP y EFE
Veinte mil fieles presentaron el miércoles sus respetos al papa Francisco en el primero de tres días de capilla ardiente en la Basílica vaticana de San Pedro.El ataúd del primer Pontífice latinoamericano se instaló abierto ante el imponente baldaquino barroco de la iglesia más grande del mundo.
Llevaba su inseparable rosario entre las manos y casulla roja. Su cuerpo no se depositó en un catafalco, a diferencia de sus antecesores: petición expresa del jesuita argentino de estilo austero.
“El gran silencio me acercó a él”, dijo a AFP sor Caterina, después de verlo. “Tuve esa emoción de sentir que tenemos al Papa en el cielo rezando por nosotros”, agregó esta monja residenciada en Suiza.
Francisco falleció el lunes de mañana, un día después de su último baño de multitudes a bordo de su Papamóvil con motivo de su bendición Urbi et Orbi del Domingo de Resurrección.
AGRADECIDOS
“Queríamos decir gracias al más humilde de los Papas”, señaló Francisca Antunes, estudiante de Medicina, portuguesa, de 21 años, tras abandonar la Basílica con una amiga. “Se sintió muy bien estar ahí”.
El Papa “del fin del mundo” encabezó la Iglesia Católica desde 2013 con un pontificado que enfrentó críticas del sector más conservador de la institución.
“Con él podíamos hablar de cualquier cosa”, dijo la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, durante una sesión conjunta del Parlamento en honor a Francisco.
“Te podías abrir, contarle tu historia sin filtros, sin miedo a sentirse juzgado”, agregó.
LARGAS FILAS
La multitud hizo paciente una larga fila –de hasta seis horas–, según reportaron algunos medios, durante el primer día de los tres que durará la capilla ardiente.
Plegarias y el repique de campanas acompañaron la soleada jornada de primavera.
Su féretro fue trasladado a hombros en la mañana en procesión desde la residencia de Santa Marta, donde falleció el lunes a los 88 años, hasta San Pedro. El río de fieles avanzaba bajo el sonido de un leve rumor, apenas roto por el llanto de los niños.
“Representaba lo que la Iglesia debe ser”, dijo Ana Montoya, una mexicana de 33 años que esperaba su turno con una cruz dorada y un rosario colgando del cuello. Francisco era “un miembro de la familia”, aseguró.
“Fue muy emotivo, incluso lloré. Lo consideraba como un abuelo. Le escribía cartas y recibía respuestas”, dijo el estadounidense Thomas Natcher, orgulloso de ser una de las primeras 100 personas en acceder a la capilla ardiente.
El Vaticano informó que debido a las largas colas estudiaba si mantener la capilla ardiente abierta más allá de la medianoche, cuando tenía previsto cerrar. Las autoridades estimaron que unas 20.000 personas ya hacían cola antes de que las puertas abrieran.
El entierro del Papa será el sábado en la Basílica de Santa María La Mayor de Roma.
El deceso del nativo del barrio porteño de Flores, que nunca pudo regresar a su país natal como Pontífice, también activó la cuenta atrás para escoger a su sucesor en la sede de San Pedro.