La crispación política generada por la disputa oficialista que tuvo como protagonistas principales a Horacio Cartes y al ministro del Interior, Arnaldo Giuzzio, y que generó un tembladeral en el escenario político ha bajado de decibeles al finalizar la semana. La incertidumbre, sin embargo, continúa. Hubo decisiones, acciones y gestos que pusieron paños fríos al caldeado ambiente.
La primera en lanzar señales fue la fiscala general, Sandra Quiñónez, quien acorralada por las críticas y la amenaza de un juicio político, decidió el lunes muy temprano designar a los fiscales Osmar Legal y Liliana Alcaraz para investigar al ex presidente Cartes tras la denuncia de Giuzzio. Ese mismo día, muy temprano también, Pedro Ovelar, el abogado de Cartes, se presentó ante la Fiscalía para informar que Cartes se ponía a disposición para aclarar las acusaciones. “Reaccionó con mucha tranquilidad y con la certeza de que se trata de una persecución política”, comentó el talante de su poderoso cliente.
Para conocer si el Ministerio Público tiene reales intenciones de investigar un tema y llegar al fondo de la cuestión, basta con mirar a quienes designa. El Gobierno cuestiona a Legal porque su abogado Ricardo Preda, en una causa ante el JEM, es también abogado de Cartes. El ministro René Fernández, ex fiscal, pidió que se aparte del caso porque “viola el principio de objetividad”.
El lunes parecía que la crisis iría en ascenso con el discurso del presidente Mario Abdo Benítez en un acto político de apoyo al vicepresidente Hugo Velázquez, donde retomó con fuerza el discurso de campaña: “No debemos permitir que la democracia retroceda. Hay sectores que necesitan del Estado para defender sus intereses. ¿Qué nos dejaron? Un viaducto que cada vez que llueve se inunda y que lleva el nombre de Rodrigo Quintana, un joven liberal muerto por defender la democracia. Esa es la gran obra que nos dejan. Quieren volver para sacar información del Estado y abrir una cementera que le compita a la INC”, dijo entre otras cosas.
El martes a la tarde, con la visita sin agenda de Joe Salazar, el encargado de Negocios de la Embajada de EEUU, al presidente en el Palacio de Gobierno se acrecentaban los rumores. Salazar no soltó prenda y recurrió a una frase elíptica con la que eludió mencionar el objetivo real de su visita: “Compartí con él nuestro mutuo interés por fortalecer las instituciones democráticas en nuestro país, especialmente para asegurar que el pueblo reciba justicia y también de continuar sus esfuerzos en combatir la corrupción y la impunidad en el país”.
Hay temas llamativos de este encuentro. Se reunieron por dos horas, demasiado tiempo como para decir que fue solo para comunicar la llegada del nuevo embajador, Marc Ostfield, como sostienen algunos. En un primer momento, solo estuvieron los dos, y posteriormente se sumó Federico González, el canciller de facto. Euclides Acevedo no fue invitado al encuentro, en contraposición a la liturgia diplomática que exige la presencia del ministro de Relaciones Exteriores en este tipo de reuniones oficiales.
No se sabe el tenor de la conversación, pero sí se puede especular a partir de lo que sucedió tras la conversación. Voceros del Gobierno bajaron notablemente el tono tras la visita de Salazar. ¿Es un apoyo a Quiñónez? La fiscala tiene el apoyo explícito de EEUU. Expertos en diplomacia ensayan que tal reunión encierra un mensaje críptico para ambas partes. Parar la pelota hasta la llegada del nuevo embajador y sacar el asunto del campo de batalla electoral. Observar los pasos de la Fiscalía y a partir de allí mover las piezas. El viernes, Marito dio pistas sobre la hermética reunión. Eludió hablar del juicio político y habló en tono misterioso: “Acá tienen que hablar los hechos. Cuanto más contaminemos este proceso se va a deslegitimar. Yo voy a escuchar todo el proceso, no quiero contaminar con la política y el proceso electoral y debilitar. Que hablen los hechos”. ¿El mensaje es darle oportunidad a Quiñónez a demostrar con los “hechos” la lucha contra la corrupción y la impunidad? ¿Es aclararle al presidente que no puede instrumentar las instituciones para fines electorales?
Al otro lado de la vereda también hay similar comportamiento. Más allá de sus frenéticos voceros mediáticos y políticos que pegaron el grito al cielo, Cartes, que no había hablado del asunto, se limitó a decir que “nosotros no peleamos con nadie”, y que la denuncia de Giuzzio “es parte del entrenamiento y estoy acostumbrado”.
El escenario está calmo. Todo dependerá de los informes que las instituciones envíen a la Fiscalía y sobre todo qué harán con ellos los investigadores. El escandaloso cajoneo de otros tiempos ya no es opción en este momento.
La bancada oficialista se reunirá mañana para analizar el juicio político, que hasta el momento no tiene posibilidad de éxito por la alianza cartollanista.
Por ahora, se puede decir que la visita de Mr. Joe a Marito desactivó la escalada de la interna de la ANR, que al ser el partido del poder, impacta profundamente en la marcha del país.
Lo que no se sabe es qué están tramando debajo de esta aparente tranquilidad.