13 sept. 2024

Un nuevo horizonte

Cuando un país obtiene el grado de inversión alcanza la mayoría de edad. Paraguay acaba de obtenerla de Moody’s, una de las tres agencias calificadoras crediticias referentes a nivel global. Y como las personas que inician una nueva etapa de la vida, un país adulto encara un horizonte de oportunidades.

En el nuevo horizonte se perfilan abundantes recursos de inversionistas sofisticados para proyectos transformadores en sectores como tecnología, infraestructura y agronegocios. A poco tiempo de obtener el grado, Chile (1992), Perú (2008), Colombia (2011) y Uruguay (2012) registraron alzas significativas en el índice de inversión extranjera directa. Pero más allá del predecible aumento en volúmenes de capital, el horizonte depende de ciertas decisiones que cada país toma.

Mirando hacia atrás, la mayoría de edad advino a consecuencia de una serie de decisiones responsables e intertemporales como deben serlo las políticas de Estado. En los planos monetario y fiscal, hace varios lustros Paraguay apostó al tecnicismo a través de un banco central independiente y la administración responsable de las finanzas públicas. En el plano financiero, en 2022 el país recibió un reconocimiento al combate contra la financiación del crimen organizado al superar la IV Ronda de Evaluaciones Mutuas de GAFILAT. Paralelamente, el sector privado se profesionalizó, diversificó y especializó para quebrar la barrera de la mediterraneidad destacando a Paraguay entre los exportadores mundiales en varios rubros de alimentos, a los cuales se suma el de energía limpia producida en centrales hidroeléctricas.

Mirando hacia adelante, las decisiones subsiguientes al grado de inversión son más complejas, como lo serán también la competencia a la par de países de mayor desarrollo relativo y las aspiraciones de una sociedad justificadamente impaciente. El imperativo de la hora es proyectar una visión consensuada, público-privada, del Paraguay del futuro que sirva de andarivel para el flujo de recursos. Los países que lograron transformar el estándar de vida de sus habitantes lo hicieron conscientemente.

Tomemos el ejemplo de Suecia, distinguido por su fortaleza económica, educación de calidad, protección social y altos niveles de equidad. Un ejemplo ciertamente atrevido que lo es adrede.

En un artículo reciente publicado en The New York Times, Patricia Cohen se pregunta si los suecos esconden un antídoto contra la crisis de competitividad que aqueja a los europeos, últimamente agravada con la inflación pospandémica y el bajo pronóstico de crecimiento. Siguiendo a Cohen, este país de población escasa respecto de otros como Alemania, Reino Unido o Francia, exhibe una dinámica diferente a la de Europa, apuntalada por un sector tecnológico del cual han emergido más compañías unicornio per cápita –empresas nuevas cotizadas por encima de USD 1.000 millones— que en el resto del continente, salvo Estonia. Cohen sugiere que las condiciones se crearon en los años 90, cuando el país diseñó políticas para ampliar el acceso de los hogares a computadoras y banda ancha, en línea con una tradición de inversión en investigación y desarrollo (R&D) que actualmente representa 3,4% del producto nacional y un sistema modelo de protección social .

Las diferencias entre Paraguay y Suecia son grandes, pero existen semejanzas. Al igual que el país escandinavo, Paraguay cuenta con un mercado interno relativamente pequeño que lo orienta a las exportaciones, donde ambos países destacan en rubros distintos mediante sus ventajas comparativas. Y en este momento, como Suecia en los 90, el Paraguay que estrena el grado de inversión enfrenta el dilema de catalizar inversiones hacia ciertos sectores, mediante decisiones de política de largo plazo.

Las apuestas de Suecia a investigación y desarrollo, democratización del acceso a nuevas tecnologías, fortalecimiento de los currículos escolares en ciencias básicas, matemáticas, ingeniería y tecnología y la implantación de una red de protección social son políticas de Estado de validez universal. Sin ir lejos, Uruguay ha estado entre los pioneros de Latinoamérica en promover la integración de tecnologías en la educación mediante la entrega de computadoras con acceso a internet a cada niño y docente desde 2007 con el plan Ceibal. Los ejemplos de programas exitosos, que son varios, coinciden en ser oportunos y coherentes con una visión de país a largo plazo.

Repensar o generar esa visión es la tarea que viene adosada al grado de inversión, partiendo de elementos sobre los que no solo existe consenso, sino un sentido de urgencia, como la aceleración del proceso de fortalecimiento institucional del cual dependen todas las decisiones ulteriores, y el combate contra la pobreza y los factores estructurales de inequidad.

El Paraguay del futuro puede ser un país más pujante, resiliente, competitivo y menos desigual; guardando las distancias, puede también, como Suecia, convertirse en un ejemplo.

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Darío Lugo — @darilu1970