04 jul. 2024

Un palo verde

Debe estar algo tan podrido que un dirigente gremial vea como absolutamente viable pedir al Estado USD 1 millón para parar una protesta y que vaya a recoger —como un gentil adelanto de Semana Santa— una parte ínfima del negocio en el propio Ministerio del Interior.

Tampoco es de extrañar, pues es sabido el manejo obsceno del dinero público que hay entre las autoridades gubernamentales y los representantes sociales, incluidos los de toda orientación política y estratos económicos.

Un claro ejemplo es la condena judicial para ex funcionarios del Indert y dirigentes campesinos por el despilfarro de G. 4.000 millones que debían destinarse a fines más útiles a la sociedad que a los bolsillos de los corruptos de turno.

Para abarcar todo el espectro social, otra cuenta del rosario de la corruptela vernácula es la millonada que reciben los transportistas para tratar a los pasajeros como ganado para faena.

El primer caso llama la atención, porque tampoco la Justicia es muy eficiente en castigar los hechos de corrupción. Eso, obviamente, para ser benévolo en concordancia con esta Pascua. La verdad es que el Poder Judicial y el Ministerio Público son cuevas de negociantes sin mayor arte, oficio y propósito que volverse millonarios lo antes posible.

Habrá excepciones, gracias a los esfuerzos bien intencionados de los pequeños poderes fácticos que hay dentro de estas instituciones y que trabajan para volverlas lo más independientes posibles, mientras, claro, no se afecten a sus intereses sectoriales.

Para ser claros y concisos. El dinero que debe servir para mejorar nuestra calidad de vida como sociedad sirve para mejorar la calidad de vida de unos dirigentes y de unos gobernantes tan incapaces como corruptos.

Si es que los dirigentes camioneros pidieron la friolera de USD 1 millón es porque conocían bien el mercado de la transa nacional y veían como algo poco alocado el planteamiento. Aunque la reducción de USD 700.000 y la aceptación de un adelanto para la chipa de USD 50.000 hacen dudar un poco de la inteligencia delictiva de los ahora procesados.

No sabemos si la demanda por extorsión del ministro del Interior obedece a una acción moralizante, una manera de dar una lección a los camioneros para que cesen con los cierres de ruta y presiones, o, simplemente, el planteamiento gremial esta vez le resultó muy caro y descabellado al establishment.

Es un poco obvio que no fue por el primer caso, conociendo cómo los gobiernos manejan por estos lares sus negocios subterráneos. Esperemos que el Poder Judicial y el Ministerio Público se pongan los pantalones largos y con los bolsillos cosidos para castigar este acto y traer un poco de moralidad, aunque sea accidentalmente.

(Posdata. La semana que pasó, se murió mi tío Arnaldo, lo que me hace oficialmente el último Arnaldo Alegre. Antes se fue mi tía Marisol. Con ellos, todos los mayores que poblaron mi infancia partieron. Nosotros seguimos acá tratando de justificar con acciones a veces nobles y otras no tanto el aire que gastamos. Y ya que estamos en Pascuas, los muertos siempre resucitan algo en los que siguen vivos hasta que todos juntos seamos olvido. Igual vale la pena vivir. ¡Felices Pascuas!).

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