El querido personaje de barba blanca añadió aletas y tanques de buceo a su tradicional traje rojo para alimentar a Margarida, Donald y Gastao, los tres tiburones de la especie Carcharias taurus –conocida comúnmente como tiburón tigre de arena– que habita en las aguas del gran tanque oceánico del Acuario Marino de Río de Janeiro, el mayor de Sudamérica.
El navideño buzo se ha convertido en todo un espectáculo en el acuario, donde grandes y chicos quieren saludarlo y fotografiarlo mientras da de comer a los voraces peces, que miden hasta más de tres metros, ayudado de una vara de acero.
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“La sensación de ser Papá Noel es maravillosa, porque es ver la felicidad en la cara de los niños y también de los adultos cuando uno se acerca al vidrio para enviar un saludo o un beso”, asegura Fabricio Noguera, el buzo profesional de 24 años que caracteriza al personaje navideño.
Para Noguera, a pesar de su experiencia en la profundidad de las aguas, no fue fácil acostumbrarse a las miradas de los espectadores.
“La primera vez me sentí un poco nervioso. Llevo tiempo de buzo, pero cuando usted se convierte en el centro de atención en el tanque es una gran responsabilidad. Entonces entra un poco de nervios en el comienzo, pero ya después uno se acostumbra”, dice.
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Además de los tiburones, el Papá Noel buzo también alimenta a las rayas, en una labor que repite diariamente por las tardes en el gigantesco tanque oceánico del acuario carioca, donde conviven más de 2.000 peces de 50 especies marinas diferentes.
Además de conmemorar las fiestas navideñas, el espectáculo submarino hace parte de la campaña “La vida en el mar pide ayuda”, con la que el Acuario Marino de Río quiere concienciar a la sociedad sobre el daño que hace la eliminación de desechos en el mar.