El estudio advierte de que los grupos de población que practican menos ejercicio (los adultos de más edad, las mujeres, los negros, las personas con depresión, los discapacitados, las personas de menor nivel socioeconómico y los que viven en zonas rurales) tienen más riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
Los autores subrayan que es importante aumentar los recursos y poner en marcha iniciativas que promuevan la actividad física de manera sostenida, sobre todo para los grupos con menos recursos económicos.
El estudio explica que la actividad física regular mantiene fuerte el corazón y, para ello, una caminata enérgica de 20 minutos al día es suficiente.
Los investigadores han llegado a esta conclusión después de analizar los niveles de actividad física de diferentes grupos de adultos y revisar las estrategias para aumentar la actividad física en grupos con pocos recursos o con riesgo de mala salud cardiovascular.
“Ayudar a todo el mundo a mejorar su salud cardiaca es importante”, afirmó Gerald J. Jerome, del departamento de kinesiología de la Universidad de Towson (Maryland).
Sin embargo, “descubrimos que muchos grupos que tenían una mala salud cardiaca también tenían bajos niveles de actividad física. Sabemos que la actividad física regular es un componente clave de una salud cardiaca óptima. Estos resultados nos brindan la oportunidad de centrar nuestros esfuerzos en programas de actividad física en los lugares donde la gente más los necesita”, apuntó.
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La Asociación Americana de Cardiología mide la salud cardiovascular y los riesgos en función de ocho factores: cuatro de salud (presión arterial, colesterol, azúcar en sangre e índice de masa corporal), y cuatro de estilo de vida (hábito de fumar, actividad física, sueño y dieta).
Pero menos del 25% de los estadounidenses practica como mínimo 150 minutos de actividad física moderada semanal (lo recomendado por la Asociación Americana del Corazón). Si dieran un paseo de 20 minutos diario se quedarían muy cerca.
El equipo revisó los datos sobre programas de actividad física desarrollados para mejorar los niveles de actividad física en poblaciones específicas y observó que los que menos se ejercitan son los adultos de más edad, las mujeres, los negros, las personas con discapacidad, las personas con depresión, los que tienen un nivel socioeconómico más bajo y los que viven en zonas rurales o barrios menos transitables a pie.
“Desgraciadamente, muchos grupos que tienen un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiacas también declaran, por término medio, una menor cantidad de actividad física”, lamentó Jerome.
Por último, el informe aconseja que los programas de actividad física se implementen con la participación de la comunidad para satisfacer sus necesidades y diseñar programas que sean accesibles y culturalmente apropiados.
Aumentar los niveles de actividad física para incrementar la equidad sanitaria exige “un enfoque de equipo, que incluya a profesionales sanitarios que evalúen y promuevan regularmente la actividad física a todos los pacientes”, concluye el estudio.