Las historias de superación no son exclusivas de los seres humanos. Esta vez el protagonista es un Golden Retrevier de nombre Zenit, un perro rescatado en el 2013 que pasó los primeros meses de su vida atado a un poste, sin poder moverse y que hoy es conocido como el primer doctor canino en entrar en una Unidad de Cuidados Intensivos.
La vida de Zenit tomó un giro inesperado hace siete años atrás cuando la sicóloga Rocío Fernández Andrade, de 31 años, quería abrirse un hueco en el mundo profesional y formar parte de Psicoanimal, una entidad sin ánimo de lucro que promueve las terapias asistidas con animales.
Mientras esperaba el inicio de las actividades y conferencias que la habían llevado hasta allí, dio una vuelta y se enamoró cuando vio a Zenit, un ejemplar joven de Golden Retriever. La Guardia Civil lo había rescatado en un municipio de Andalucía porque sus humanos lo maltrataban.
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A pesar de su raza y su belleza, el cachorro no tenía tantas posibilidades de adopción ya que había desarrollado una displasia de cadera. Esta afección no le permite caminar normalmente, sino más bien, Zenit bailotea. Si bien no se sabe el origen de su dolencia, tanto tiempo sin poder moverse hizo que su situación no mejore.
Cuando la joven se agachó para verlo mejor y el perro le puso una pata en el hombro, ambos supieron que debían estar juntos. Desde aquel día, no solo no se han separado, sino que acudieron juntos a la caseta de Psicoanimal, y a siete años de ese encuentro Rocío es ahora la vicepresidenta de esta institución y el perro un especialista en calmar pacientes.
Muchos los comparan con “algodón de azúcar”, lo cierto es que el perro ha demostrado sus utilidades terapéuticas en hospitales, clínicas, residencias y geriátricos. Ayuda a niños, ancianos y personas con alzhéimer o en riesgo de exclusión social.
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Zenit es parte de una iniciativa llama Huellas de colores, impulsada por el propio hospital y de Psicoanimal, con la colaboración de la cátedra sobre animales y sociedad de la Universidad Rey Juan Carlos, que permitió comprobar que las mascotas contribuyen a que los pacientes más vulnerables reduzcan su ansiedad e, incluso, su percepción del dolor.
Según el medio La Vanguardia, Rocío ha presenciado a pequeños rabiando de dolor o llorando de impotencia y que se relajaban en cuanto lo veían entrar en la habitación.
Zenit por su parte ama a las personas, cuenta con sexto sentido que le avisa cuando ha de estar tranquilo, sin moverse, como si fuera una estatua, mientras enfermos rodeados de aparatos, de cables y de sondas lo acarician o le hacen cosquillas.
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Los profesionales médicos atesoran como recuerdo, en que una tarde subieron a Zenit a la cama de un bebé que estaba intubado y en una situación delicada. En cuestión de minutos ambos comenzaron a dormir plácidamente.
Para participar en estas terapias, el perro debe pasar por exhaustivos exámenes zoosanitarios y de higiene. Pero los años han pasado y Zenit ya tiene ocho y arrastra una discapacidad. La hora de su jubilación se acerca.
Antes de que se retire Zenit deberá acudir al hospital con su sustituto, que aprendería viéndole actuar ya que para los especialistas, los comportamientos que se les exigen a estos animales se adquieren también por imitación.
Para ello ya tienen dos candidatos: Alma, una golden de 14 meses, y Musu, un mestizo de año y medio que esperan puedan convertirse en los siguientes doctores caninos.