30 abr. 2025

Un poco de tranquilidad en medio de la tempestad

Luis Carlos Irala

manifestación Congreso

Hombres, mujeres y niños con carteles y banderas durante el segundo día de manifestación.

Foto: Andrés Catalán

“Tranquilopa”. Esta es una respuesta muy peculiar de los paraguayos en el saludo cuando se le pregunta a una persona, un amigo o un pariente, en qué situación se encuentra. Hasta los mismos paraguayos nos autocriticamos porque decimos que todo está bien, pese a que en realidad las cosas se estén cayendo a pedazos.

La situación sanitaria, política, económica y emocional del país, según los entendidos, está en su peor momento. Que durante un año se trató de evitar llegar a la situación de colapso sanitario en el cual estamos sumidos en este momento.

En otras palabras, todo el esfuerzo desplegado por las autoridades locales y la sociedad toda no dio los resultados esperados y nos toca bailar con la más fea, y descalzos.

La pandemia del coronavirus desde hace un año viene asediando al país y al mundo entero. Algunos países han logrado controlar la pandemia o cuentan con mejores hospitales. Algunos están apostando al máximo a la vacunación de la población con miras a frenar nuevas infecciones y, por sobre todo, evitar perder más vidas por causa de este virus.

Pareciera ser que hoy la situación que vive el país es la peor de todas. Sin embargo, hay países de la región como el Brasil, Chile o Argentina que viven momentos aún más críticos.

Uno de los factores que más golpean al país es la corrupción en torno al manejo de los fondos públicos en general y especialmente de lo destinado para combatir la enfermedad. A esto se sumó días pasados la falta de medicamentos para el tratamiento de los pacientes afectados por el Covid-19. La impotencia de los familiares ante la falta de medicamentos y el dinero para adquirirlos enardeció a un sector de la población, que salió a calles a reclamar el fin del despilfarro y la destitución de los principales responsables del Gobierno.

A la crisis sanitaria, la corrupción y las protestas se sumó la inestabilidad política ante los anuncios de un posible juicio político al presidente Mario Abdo Benítez y al vicepresidente Velázquez.

Estos reclamos hicieron que miles de personas salieran a las calles a manifestar su indignación. Los mismos trabajadores de la salud también salieron a protestar la falta de medicamentos para el tratamiento de los internados en los principales centros hospitalarios especializados en tratar a los infectados por el Covid. Ya son varios días de protestas y, por de pronto, por lo menos la posibilidad de un juicio político no sería viable por la falta de votos en Diputados y el Senado para acusar y condenar.

Sin embargo, la inestabilidad política está latente, pues en cualquier momento pueden darse cambios en las posturas de los movimientos internos del gobernante Partido Colorado.

Si bien es cierto que el problema sanitario ya se instaló en el país, muchos entienden que la solución que está planteado un sector de los parlamentarios no es la más adecuada, pues solo sumarán días de más caos e ingobernabilidad en el país.

Otros opinan que lo más acertado es exigir al presidente que rectifique rumbos, que ponga en los puestos claves a las personas más idóneas y honestas para capear la tempestad que afecta al país.

El Gobierno está dando tímidas señales de que quiere mejorar su administración, pero evidentemente le falta más fuerza y determinación al presidente Mario Abdo.

Mientras el Gobierno va calafateando el barco para afrontar la dura situación sanitaria, la ciudadanía debe mantenerse expectante y en situación de crisis, como la que estamos viviendo, lo mejor es tratar de calmarse para no tirar más llena al fuego.

El paraguayo tiene la suficiente capacidad de adaptarse a los tiempos cambiantes y difíciles. Eso lo demostró a lo largo de la historia en en la que al país le tocó vivir situaciones de guerra, crisis económica, golpes de Estado, entre otros. De todos felizmente el país se repuso y sigue siendo soberano. Solo me falta decir fuerza, compatriotas. ¡Tranquilopa!