12 feb. 2025

Un silencio y una foto que derrochan elocuencia

Los gestos políticos son tan importantes, así como el sentido de oportunidad que debe tener un gobernante. Por eso, qué mal estuvo que el presidente Santiago Peña autorizara el lunes que el ministro de Inteligencia, Marco Alcaraz, siguiera participando de una reunión del Consejo Nacional de Seguridad (Codena), en un momento en el que la integridad, independencia y moralidad de este funcionario quedaron ampliamente comprometidas, a juzgar por el contenido de las conversaciones y el nivel de relacionamiento que mantenía con un diputado investigado por narcotráfico.

Como si formara parte de una realidad paralela –que fluye tranquila y óptima– el jefe de Estado no solo ignoró el escándalo que estalló ya la semana pasada, y se mantiene ajeno a ello, sino que permitió que Alcaraz estuviera en la misma mesa de trabajo, cuyo registro fotográfico compartió en la cuenta oficial Presidencia en la red social X, con este mensaje de que estaban analizando las acciones que el Gobierno del Paraguay está implementando ”para garantizar un país más seguro para todos los paraguayos”.

De qué país seguro habla, si vemos que la Justicia está sometida a grupos mafiosos; la narcopolítica es una realidad, y el Partido Colorado, que lo llevó a ser presidente, ha propiciado el empoderamiento de figuras como el extinto Eulalio Lalo Gomes, a quien recurrieron, quién sabe desde qué gobierno colorado, para financiar las campañas políticas de diputados, senadores, concejales, intendentes y gobernadores a fin de copar las instituciones, torcer sentencias, asegurar vía libre para todo tipo de tráficos, y utilizar instituciones como el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados (JEM) con fines de premio y castigo y de sometimiento a fiscales y jueces.

Estamos ante un hombre que, debido a la impunidad oficial, fue aumentando su influencia y red de incondicionales en esferas claves del Estado para perfeccionar sus acciones delictivas y diversificarlas.

Por lo que se deduce de los primeros chats extraídos de uno de sus teléfonos y difundidos en función de una investigación penal en su contra, Lalo Gomes era el lavador de dinero de narcotraficantes nacionales e internacionales, y enlace activo con el JEM para blanquear a fiscales y jueces investigados por sus sospechosas actuaciones, quienes, luego pasaban a formar parte de un ejército de hombres y mujeres al servicio de las órdenes del diputado y su red narco. También, con contactos en la Secretaría Nacional Antidrogas, que le anticipaban cualquier acción que pudiera perjudicar su negocio, y quien sabe en cuantas instituciones más.

A poco más de una semana de estallar esta bomba política surgida de las conversaciones del fallecido diputado crece la indignación por las evidencias de cómo se financió la campaña electoral para que el Partido Colorado arrasara y copara todo en el presente Gobierno y surgen numerosas preguntas. Entre ellas: ¿Queda algún agente fiscal y juez honestos en el Paraguay?

¿Cómo aseguraba el diputado Orlando Arévalo que los demás miembros del JEM votaran en el sentido que él necesitaba para blanquear a algún fiscal o fiscala?

¿Por qué la Contraloría y la Seprelad, a cargo de la hermana del cuestionado Marco Alcaraz, no investigaban las ostentosas y llamativas operaciones financieras de Arévalo o de Lalo Gomes y su hijo?

No sabemos si Peña tiene la capacidad para asumir una posición ética y de jefe de Estado para separar a los funcionarios que minan lo que él pregona y trata de instalar en el imaginario colectivo local y regional? A menos que nos sorprenda hoy o en los días subsiguientes, cualquier determinación que tome ya tendrá en contra la extemporaneidad y el largo y elocuente silencio de un jefe de Estado que no explica sobre su lujosa mansión en San Ber, la utilización del helicóptero de la Fuerza Aérea para fines particulares y un fabuloso crecimiento de su patrimonio personal. Así las cosas, a ver “quién le pone el cascabel al gato”.

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