El estudio, realizado en casi 7.000 personas de 12 países y publicado en la revista especializada Nature Human Behaviour, concluye que “la desinformación es extremadamente persuasiva, en general más que la información científica”, en palabras del coordinador del estudio Tobias Brosch, de la Facultad de Ciencias Psicológicas y Educacionales de Unige.
Durante la investigación, se crearon ocho grupos de personas de los cuales seis eran sometidos a distintas estrategias para combatir la información y uno se exponía a ella sin límite, mientras que un octavo y último grupo de control no recibía este tipo de condicionamientos.
Uno de los seis primeros grupos, por ejemplo, recibió información verificada mostrando la credibilidad de los informes del Panel de Internacional Expertos de la ONU para el Cambio Climático (IPCC), explicó un comunicado de Unige.
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Tras ello, los grupos eran expuestos a 20 informaciones falsas o sesgadas, para después medir su impacto en los “pacientes” mediante preguntas, momento en el que se descubrió el mayor poder en ocasiones de la desinformación frente a los datos científicos, incluso elaborando estrategias para que no fuera así.
“Descubrimos que el efecto de protección de nuestras estrategias era pequeño, y desaparece tras la segunda exposición a la desinformación”, reconoció Brosch.
Ello se debe en parte a que las personas “no procesan los mensajes científicos como receptores neutrales, sino sometiéndolas a creencias previas, deseos para su futuro, vínculos emocionales y contextos socioculturales e ideológicos”, añadió Tobia Spampatti, otro autor del estudio de UNIGE.
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Los pacientes ponen en duda efectos demostrados por informes del IPCC sobre efectos del calentamiento global tales como la más rápida fundición de los glaciares, el aumento del nivel del mar o la cada vez mayor frecuencia de las olas de calor extremo.
“Un tercio de la población todavía duda o pone en tela de juicio estos consensos científicos, un fenómeno que puede explicarse debido a la desinformación que ciertas empresas y grupos de presión han diseminado en el último medio siglo”, afirman los autores del estudio.
Foto: EFE