Por Fernando Boccia y Andrés Colmán Gutiérrez
“Esa señora que fue víctima (Julia Ozorio) cuando vino acá a reconocer el lugar donde le tuvieron cautiva, dijo que en el bañito murieron dos nenas y las enterraron atrás del quincho. Cuando está feo el tiempo solemos ver gente que camina por acá, se ve a un moreno alto, creemos que es el coronel Miers”, relata Pablo Daniel Jara Bael, de 42 años.
Jara vive hoy con su familia en la ex finca del coronel Pedro Julián Miers, en Laurelty, San Lorenzo, donde el militar mantenía cautivas a niñas menores de edad, que secuestraba para que sean violadas por el dictador Alfredo Stroessner y otros jerarcas.
Testimonios de víctimas y testigos apuntan a que al menos existían cinco lugares que fueron escenario de las fiestas sexuales de Stroessner y sus jerarcas. En tres de ellos (la quinta de Miers, en Laurelty; la casa de Popol Perrier en Sajonia y una quinta, también de Popol, en Itá Enramada) estaban los harenes donde las niñas permanecían cautivas. Los otros dos lugares (la Villa Popol, en Caacupé, y la quinta del coronel Feliciano Manito Duarte, en Cabañas, Caacupé) eran sitios a donde llevaban a las menores de edad para que abusen de ellas.
Periodistas de ÚH realizaron un tour por los lugares, donde antiguos vecinos cuentan historias que confirman plenamente las denuncias.
GRITOS. Leonardo Lugo, de 53 años, creció en Laurelty, cerca de la ex quinta del coronel Pedro Miers.
“Yo era chico, pero escuchaba gritos, a veces pedían socorro y nadie se podía entremeter. Algunos soldados nos contaban también algunas cosas”, relata.
En Itá Enramada, junto a la antigua mansión de Popol Perrier, a orillas del río Paraguay, actualmente un lujoso local de eventos, una pobladora pide permanecer en el anonimato.
“Todos los vecinos sabíamos lo que pasaba en esa casa. Recuerdo haber visto a chicas hermosas. Stroessner venía siempre y se decía que ahí se les traía a las chicas que estaban en la otra casa de Perrier, en Sajonia”, afirma.
Los periodistas de ÚH llamaron a la casa y fueron atendidos por empleados, quienes dijeron que las dueñas del local “están de viaje”.
FIESTAS. Popol Perrier distribuía a sus pupilas entre la mansión de Itá Enramada y la casa ubicada sobre la calle Carlos Gómez casi Narciso López, en Sajonia.
Fue en esa casa donde Malena Ashwell, en noviembre de 1975, halló a dos niñas de 8 años de edad y una de 9, sangrando tras haber sido abusadas. Por denunciar esa situación, ella fue secuestrada y torturada en Investigaciones.
En Sajonia, los vecinos tampoco quieren hablar.
LAS QUINTAS. El tour por los escenarios de la pedofilia stronista nos lleva hasta la ciudad de Caacupé.
Allí, al costado de la ruta 2 Mariscal Estigarribia, al empezar a subir el cerro, en el lugar conocido como Cerro Guy, se encuentra la quinta Villa Popol. Una cuidadora nos recibe, pero no quiere hacer declaraciones. Dice que “los dueños no están” y viven en Asunción.
Los vecinos también muestran temor. Una antigua pobladora pide que no citemos su nombre y confirma plenamente que ese sitio se usaba para “las grandes fiestas de Stroessner y sus amigos”.
Ella asegura que las niñas no vivían allí, pero eran traídas desde Asunción para “ser abusadas en esas fiestas”.
Un poco más allá, tras llegar al centro de Caacupé y subir hasta la cumbre de unas panorámicas colinas, ya en la compañía Cabañas, se encuentra la antigua quinta del coronel Feliciano Manito Duarte, actualmente convertida en una urbanización.
Poco queda de las lujosas casas de campo, ahora cubiertas por la vegetación. “Aquí también venía Stroessner para realizar sus orgías con Manito Duarte y otros generales. Para eso traían a las pobres nenas”, cuenta un ex empleado, que pide total anonimato.