“Rehoserõ mombyry, mbegue eho va’erã” (si querés ir lejos, tenés que hacerlo lentamente), describe el perfil de Instagram Rostros del Río. La cuenta, que ya tiene más de 18.000 seguidores, es administrada por los viajeros de 26 años, Jeff Wong y Henry Maillet, y su expedición tiene el apoyo de WWF Paraguay.
Tres años atrás, los estadounidenses vinieron a Paraguay como voluntarios del Cuerpo de Paz, tiempo en el que se hicieron amigos. En febrero de 2018, Henry llamó a Jeff para proponerle una idea: remar a lo largo del río Paraguay para dar a conocer la diversidad cultural y la naturaleza circundante, explorando la conexión entre los humanos y el medioambiente. Así nació Rostros del Río.
“El río es la fuente de vida principal para las comunidades ribereñas y sus habitantes. Durante nuestra expedición hemos conocido a muchas personas que nos han contado sus experiencias. A través de sus relatos, encontramos que todos estamos conectados por el mismo medio, el río Paraguay. Por eso decidimos nombrar al proyecto Rostros del Río, expresó Jeff Wong, nativo de Boston, EEUU.
Comenzaron su expedición hace casi tres meses. Bajaron del barco Aquidabán, en Bahía Negra, a mediados de octubre de 2019. Desde ese entonces ya recorrieron 850 kilómetros, visitaron comunidades ribereñas y conocieron la situación de los que habitan las costas que bordean Asunción, incluyendo pueblos originarios del Pantanal del Chaco.
En su página Rostros del Río, con fotografías y entrevistas, documentan la riqueza natural y cultural de esta gran experiencia a lo largo del cauce, exponiendo la necesidad crítica por la conservación del agua dulce, la fauna, la flora y el idioma.
Si bien Henry tiene experiencia viajando en canoas canadienses, las horas de remo bajo el sol paraguayo pueden ser muy duras. Por eso, desarrollaron un sistema de navegación que se ajusta a sus necesidades. “Mientras uno rema, el otro descansa y se encarga de manejar el bote con una pala de madera. Dependiendo del viento y la corriente, hacemos un promedio de cinco kilómetros por hora. Son muchas las horas que hemos pasado en nuestra canoa, lo que nos dio tiempo para reflexionar, conversar y compartir ideas”, cuenta Jeff.
Para alimentarse, llevan un bidón lleno de arroz, fideos, porotos, maní, y cocinan en la costa cuando acampan. También, un tratamiento para desinfectar el agua que beben. “Nuestra expedición cuenta con algunas medidas que nos dan seguridad mientras navegamos. Más que nada, gracias al enorme apoyo y hospitalidad de la gente de las comunidades que visitamos en la ribera, nos sentimos muy seguros. Contamos con una autorización oficial de la Armada de Paraguay y el apoyo de las varias prefecturas que visitamos, ha sido increíble”, relata.
Llegaron a Paraguay con una base de castellano que aprendieron en el colegio, pero se trató del primer país hispanohablante que visitaron. “Estamos practicando el guaraní, pero hasy gueterei oréve rohendukuaa hag̃ua ha heta rokañy igual. El viaje nos recuerda la importancia del idioma nativo para empatizar, relacionar y conectar más con las comunidades que visitamos”, dice Jeff. Pero hay muchos idiomas que se hablan a lo largo del río, y van tratando de aprender sobre todos en la medida que pueden.
Antes de emprender el viaje se recibieron de wilderness first responder, de la Escuela Nacional de Liderazgo en Exteriores (NOLS, por sus siglas en inglés), un programa de primeros auxilios de Estados Unidos orientado a contextos silvestres. Navegan con la carta náutica oficial de la Armada de Paraguay y con un GPS, que también les permite conocer el estado del tiempo. Cuando fueron consultados por el riesgo más grande de navegar el río, respondieron que el sol les hace imposible avanzar en horas altas del día.
“Originalmente, nuestro plan de tramos largos era empezar a remar cada día a las 5.00 hasta llegar al destino antes del anochecer. Pero las horas del mediodía son tan calientes que es imposible. Iniciamos de noche, usamos GPS y dependemos de la luz de la luna y las estrellas para navegar a la costa y evitar barcazas y lanchas que nos pasan”, explica.
En ocasiones también tuvieron miedo. Los expedicionistas recuerdan cómo una tarde en noviembre, cuando navegaban entre las comunidades después de una noche difícil en la costa, durante la que acamparon a causa de la lluvia, llegaron a Puerto Leda cansados y sin ningún contacto. Decidieron ir a la comisaría para pedir ayuda, donde conocieron al comisario Erwin Morel. “Nos recibió con los brazos abiertos y nos ofreció una pieza con camas para descansar y la llave de su camioneta personal para traer nuestras cosas de la costa. Esa noche nos cocinó una cena para recuperar la energía y resultó que pasamos tres días juntos, compartiendo y haciéndonos grandes amigos”, recordó Jeffrey.
Otro de sus momentos favoritos del viaje hasta ahora fue cuando se quedaron en la comunidad Yshyr Ybytoso, llamada Virgen Santísima, ubicada al lado de Fuerte Olimpo. “Desde que llegamos a la comunidad fuimos recibidos con mucha hospitalidad por los lugareños. Ariel Chamorro, director de la escuela, nos abrió un aula para que nos quedáramos por unos días mientras realizábamos un taller de tres días con los estudiantes. Los alumnos eran respetuosos, interesados, atentos y llenos de alegría y deseos de aprender. La experiencia nos llenó de optimismo y emoción por compartir con un grupo de jóvenes que, a pesar de sus recursos escasos, eran pura alegría y voluntad”, continúa.
Con un equipo de video y fotografía, capturan las historias de la vida ribereña. Usan un panel solar portátil para mantener en uso sus celulares y un teléfono satelital por razones de seguridad. Pero, normalmente, llegan a lugares que tienen electricidad o generador. No hay señal en todas partes, así que al llegar a las ciudades aprovechan para publicar sus andanzas en las redes sociales y comunicarse con sus familias. “Mientras remamos, casi nunca tenemos señal. La desconexión nos conecta a nuestro entorno”, refuerza Jeff.
A través de esta expedición, investigan la conexión de los pueblos con el río Paraguay y exploran cómo varía su rol para las distintas comunidades. Hasta el momento, hallaron que el torrente es una fuente de vida a nivel económico, medioambiental, histórico, cultural y espiritual para sus habitantes. Jeff refiere que su último destino será Paso de Patria, Ñeembucú, en marzo de este año. “Al completar la expedición, visitaremos a nuestras familias en Estados Unidos, para luego volver, una vez más, a Paraguay”, concluye.
El río Paraguay es el principal afluente del río Paraná y uno de los más importantes de la Cuenca del Plata. Con una longitud de 2,695 kilómetros, cruza nuestro país hasta su confluencia con el Paraná cerca de la frontera con Argentina. Este río divide al país en dos regiones bien diferenciadas: la región Oriental y la región Occidental o Chaco, y es la gran vía de comunicación e integración nacional. Es navegable en gran parte de su recorrido.