En un comunicado difundido este miércoles, la Policía explicó que la sudamericana detenida en la víspera empleó el método de inserción vaginal para ocultar los estupefacientes, y admitió que había viajado desde México para entregar la droga y recibir a cambio 3.000 dólares.
Las autoridades del Aeropuerto Internacional Ngurah Rai “hallaron indicios de la participación de otras personas en este intento de contrabando”, señala el escrito, si bien no hay información de otras detenciones por el momento.
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La mujer, que trabajaba como peluquera, permanecerá detenida mientras avanza el proceso judicial en Indonesia, donde se sanciona severamente a quienes trafiquen a partir de cinco gramos de cocaína.
El país, la mayor economía del Sudeste Asiático y la nación con la mayor población musulmana del mundo, castiga el tráfico de drogas con penas que incluyen entre 5 y 20 años de cárcel, la cadena perpetua o la pena de muerte por fusilamiento.
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Según la Red Contra la Pena de Muerte en Asia (ADPAN, en sus siglas en inglés), hay más 300 personas en el corredor de la muerte en el archipiélago indonesio, buena parte de ellas condenadas por narcotráfico.
Aunque en los últimos meses el país repatrió a algunos extranjeros que pasaron años en el corredor de la muerte, el Gobierno remarcó que se trata de medidas humanitarias que no implicaban el perdón de los delitos.
El último reo sudamericano ejecutado en Indonesia fue un brasileño acusado de narcotráfico, ejecutado en 2015 a pesar de las reiteradas peticiones de clemencia por parte de Brasilia.
Fuente: EFE.