Los simpatizantes de Julian Assange, periodista de 51 años, enarbolaron banderas y carteles pidiendo al Gobierno británico que desautorice su entrega a la Justicia estadounidense, al considerar que el caso es una persecución política a raíz de las revelaciones de su portal.
Estados Unidos le reclama por 18 presuntos delitos de espionaje e intrusión informática que él niega y que, según su equipo legal, pueden suponer hasta 175 años de cárcel en ese país.
Stella Moris, esposa de Assange, saludó a los presentes, acompañada de los dos hijos de ambos, nacidos mientras el programador informático estaba refugiado en la Embajada de Ecuador en Londres.
En declaraciones a los medios, la abogada dijo que la cadena humana demuestra “el gran apoyo que tiene su ex hacker”, de gente que está “asqueada por la injusticia de un proceso legal ilegítimo”, que, dijo, “no es más que una instrumentalización de la ley para mantenerlo en prisión indefinidamente”.
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Participaron en la protesta el antiguo líder del Partido Laborista británico, Jeremy Corbyn, el que fuera su portavoz de Economía, John McDonnell, y el exlíder sindical Len McCluskey, entre otros.
Tras dos años de arresto domiciliario en Inglaterra a instancias del Gobierno sueco por un caso de presuntos delitos sexuales (después archivado), el australiano se refugió en junio del 2012 en la Embajada ecuatoriana, tras lo cual en abril de 2019 fue detenido a instancias de Estados Unidos, después de que Quito le retirara el asilo.
Desde entonces, ha estado encarcelado en la prisión de alta seguridad londinense de Belmarsh, pese a no haber sido acusado de ningún delito, mientras se resuelve la petición de extradición de Washington.
Los abogados de Assange han recurrido la decisión de la exministra británica del Interior Priti Patel, que el pasado 17 de junio autorizó su entrega al término de un largo proceso judicial que ahora continúa por otros derroteros.