María Victoria Benítez Martínez
Este análisis se basa en los inmigrantes sirio-libaneses, inscriptos con sus familias en los consulados franceses, conservados en los registros de los archivos diplomáticos del Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia, Quai d’Orsay. El registro tenía por finalidad principal permitir a los sirios-libaneses optar por su nacionalidad de origen. El Tratado de Lausana, firmado el 24 de julio de 1923 por las potencias occidentales, marcó el establecimiento de las nuevas fronteras de Turquía, el desmantelamiento del Imperio Otomano y el desplazamiento de las personas.
Los artículos 34 y 36 de este tratado tenía como objetivo regularizar la nacionalidad (sección II). Así, se concedió un plazo de dos años (hasta agosto de 1926), tras la ratificación del tratado el 6 de agosto de 1924, a todos aquellos que quisieran optar por su nacionalidad de origen. Es decir, cambiar la ciudadanía turca por la de sus respectivos países.
A pesar de la intensa campaña de sensibilización llevada a cabo por el consulado de Francia, muchos migrantes sirio-libaneses tuvieron cierta reticencia. El cónsul de Asunción estimaba que algunas personas son analfabetas (de hecho en algunos documentos, en la rúbrica para la firma, aparece una cruz o la impresión del dedo pulgar) y que otras desconocían totalmente la importancia de este trámite. Solamente 170 optantes sirio-libaneses estaban inscriptos en el Consulado de Francia.
El Consulado francés atribuyó la baja inscripción por razones de dificultades de comunicación entre los que habitaban en la campaña. La distancia y la falta de los medios de transporte impedía a los sirio-libaneses acercarse al consulado. Además, estos creían que al optar por su nacionalidad de origen, debían asumir obligaciones militares y fiscales, hecho que incentivó el desinterés por la opción de la nacionalidad.
En cualquier caso, optar por la nacionalidad de origen no significaba renunciar a la nacionalidad recién adquirida en el país de residencia, además les facilitaba para viajar a Siria o Líbano. El Consulado en Asunción debía expedir certificados, documentos de estado civil, pasaportes o cualquier otro documento oficial.
Esta nueva nacionalidad árabe del Oriente Próximo que llegó al país, no fue organizada por el Gobierno paraguayo para establecerse en colonias, ni tuvieron una ley migratoria específica para su entrada al Paraguay, como se estableció por ejemplo, para polacos, rusos y checoslovacos. La mayoría emigraron de Argentina, Brasil y Uruguay donde hubo una migración masiva. El Paraguay formaba parte de la Sociedad de Naciones (10 de enero de 1920) hecho que facilitó la entrada en el territorio de los sirio-libaneses.
Las causas principales de la emigración sirio-libanesa fueron multiples –la situación económica catastrófica, las tensiones interconfesionales– originaron la migración masiva desde los años 1880, a su vez querían evitar a toda costa el reclutamiento militar otomano.
PRIMEROS INMIGRANTES
Los primeros inmigrantes sirio-libaneses en Paraguay trabajaron en la agricultura, el cultivo de arroz y de la yerba mate. Otros se dedicaron al comercio informal, la venta ambulante, macateros, comercializaban todo tipo de artículos, baratijas, o tenían sus propios locales comerciales familiares, que son pequeñas tiendas o almacén en los centros urbanos.
Con el tiempo se convirtieron en grandes comerciantes de ventas al por mayor de frutos del país o de la venta de telas. Han conseguido integrarse y se han convertido en actores importantes de la vida económica y social en Asunción. Los descendientes incursionaron en la política, muchos de ellos son embajadores, diputados, senadores, vicepresidente y hasta presidente de la República. Paraguay ocupa el quinto lugar de entre los países latinoamericanos que tiene un presidente de ascendencia árabe elegido democráticamente. Julio César Turbay (Colombia), Carlos Menen (Argentina), Abdalá Bucaram (Ecuador), Jamil Mahuad (Ecuador), Mario Abdo (Paraguay).
La mayoría de los inmigrantes se establecieron en el interior del país, otros eligieron la capital como centro neurálgico de la comunidad. Más concretamente, han elegido establecerse en barrios y calles, donde a su vez fue lugar de residencia y de actividad profesional, característica esta que contribuye plenamente al espíritu comunitario en los inicios de la inmigración.
La creación de la asociación Sirios Unidos o Unión Siria, el 13 de octubre de 1919, cumplió un rol muy importante donde aglutinaba componentes políticos, económicos y culturales, elementos fuertes de su identificación como grupo étnico. Además de ser una entidad benéfica, vendía sus servicios a los sirio–libaneses en el sentido de representar a los inmigrantes, es decir constituyó un aval ante las autoridades paraguayas y el Consulado de Francia. Según el cónsul de Francia, “estos dos grupos conocen a sus compatriotas mejor que nadie aquí y, en mi opinión, ofrecen todas las garantías de lealtad hacia nosotros”. La relación mantenida con la colonia sirio-libanesa era por sobre todo de carácter administrativo para la expedición de pasaportes.
En Asunción, el asentamiento de las familias sirio-libanesas se concentraba en la zona céntrica, lugar donde también fundaron sus asociaciones. Otra sociedad importante, fue la Unión Libanesa, creada el 28 de abril de 1942. La asociación Club Sirio se renovó con un nuevo estatuto el 24 de junio de 1944.
El proceso de fundación de asociaciones por parte de las élites sirio-libanesas creó espacios de apoyo mutuo y de encuentros para legitimar su integración en la sociedad paraguaya. Las asociaciones de esta identidad híbrida marcaron su propia identidad étnica, libanesa o siria, en la que la comunidad desarrollaba sus actividades.
Las características demográficas de los sirio-libaneses según una encuesta realizada por el cónsul de Francia en 1922, especifica que gran parte de los inmigrantes asentados en el interior no estaban registrados en el consulado. Las cifras mencionadas destaca unos 800 sirio–libaneses, de los cuales cerca de 300 residían en Asunción y el resto en el interior del país. Un resumen del lugar de origen demuestra lo siguiente: Libaneses puros: 20; de la región de Beirut o de Trípoli: 280; región de Alep: 320; región de Damas:100; Alaouitas: 80. Total: 800 sirio-libaneses en Paraguay. Precisamente procedían de Baskinta, Niha, Zahlé, Beirut, Antaurin o Youmin (Younieh). Así como de Damasco, Conneia, Alepo, Salami (Salamyeh), Talpissi, Moharde/Mohardeh, Muhardi, Masyaf, Malqui, Halfaia (Halfaya), Lattaquié, Homs. En cuanto a la confesión religiosa: Maronitas: 6; Griegos católicos: 2 ; Griegos ortodoxos: 33.
Las familias inmigrantes llegaron por lo general con hijos que nacieron en el país de origen, otros en los países vecinos, que una vez instalados en Paraguay continuó aumentando la familia. Los lugares donde se establecieron además de la capital, son en Fuerte Olimpo, San Pedro, Carapeguá, Piribebuy, Villa Franca, San Lorenzo, Barrero Grande, Luque, Capitán Bado, Pilar, San Juan Nepomuceno, Maciel, Altos, Quiindy, Caraguatay, Concepción, Horqueta, Encarnación, Itá, Ybycuí, Villarrica.
Algunos ejemplos de familias inscriptas con hijos: Armele (4 familias: con 5; 4; 2; 9 hijos) y 3 solteros); Malouf (2 familias: 10; 7 hijos); Yambay (dos familias: 5 ; 4 hijos) ; Yampey (tres familias: 3 ; 3 ; y 6 hijos); Abdo (3 hijos); Abdo Zeter (4 hijos). Abrahan (2); Halley (4); Squef (5); Ale (2); Zacur (8); David (2); Chihan (4), Esgaib (viudo, 2), Arditi (5), Basaz (4), Abrahan (dos familias con 8 y 2 hijos); Apud (4); Zabag (5 hijos); Amado (5 hijos); Yalil (6 hijos); Hamui/Hamuy (5 hijos); Martínez (6 hijos).
Solteros : Bitar, Djoubi, Daud, Giubi/Yiubi, Bazas, Malouf, Yaluff, Martínez, Azud, David, Abed, Yaluk, Saba, Rachid, Afara, Resk.
La comunidad mantuvo la práctica de matrimonios endogámicos, sobretodo los que estaban instalados en los centros urbanos, que contribuyó a preservar las redes de solidaridad étnica, pero podría interpretarse como una forma de resistencia a la asimilación. Por otro lado, la gran parte de los inmigrantes se casaron con paraguayas y tuvieron numerosa descendencia.
Más allá de las relaciones con las bases políticas, se destacan las redes familiares y profesionales en la inmigración de los sirio-libaneses. La situación descrita se hace eco de los conceptos clásicos de la cadena migratoria que ilustra los actores y las normas que intervienen en la toma de decisiones en la migración. El individuo que se enfrenta a la decisión de emigrar se encuentra vinculado a una estructura social formada por su familia cercana, personas de la misma región, del mismo grupo cultural o, más ampliamente, amigos, conocidos. Estas redes son tanto fuentes de información como proveedores de asistencia y apoyo para viajar e instalarse en un país de destino. En general, se considera que la existencia de redes facilita la migración. G. de Jong Expectations, Gender, and Norms in Migration Decision-making. Es lo que se constata en la inmigración de los sirio–libaneses en el Paraguay y en otras partes del mundo.
Historia
Los inmigrantes sirio-libaneses, más conocidos como turcos, poseen una historia singular muy estrecha con Francia desde los inicios de su migración. La correspondencia consular francesa es una especie de hilo de Ariadna que permite seguir paso a paso los problemas y los éxitos de esta comunidad.