Dos papeles muy diferentes que demuestran la enorme calidad de una actriz que ya ganó el Premio de Cine Europeo en 2016 por Toni Erdmann y el de mejor actriz de la Berlinale en 2006 por Requiem.
Hüller sostiene sobre sus espaldas todo el peso de Anatomie d’une chute, una película dirigida por la francesa Justine Triet, que muestra a una escritora alemana que vive en los Alpes franceses y es sospechosa de la muerte de su marido a causa de una caída desde lo alto de su chalet de montaña. Y los únicos testigos son su hijo ciego y un perro.
“El perro es el único personaje inocente” de una película en la que todos esconden algo, señaló la actriz, encantada con un personaje complejo y “halagada” porque la directora escribió el guion pensando en ella.
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Al respecto, la realizadora reconoció que cuando escribe un guion, en muchas ocasiones tiene a algún actor o actriz en la cabeza y, en el caso de Hüller, “tiene algo complejo que alimentó mi espíritu”.
“Sandra juega con su cuerpo, no sé cómo explicarlo, cuando rueda su cuerpo no le pertenece totalmente, es quien es en el plató”, explicó sobre la elección de la actriz alemana.
Algo que no supuso ninguna presión adicional para Hüller, porque Triet “tiene una forma muy agradable de trabajar”, dijo la actriz. “Algunos realizadores deberían inspirarse en ella”, agregó
Lo más complicado de su trabajo en esta película fue algo que ocurre también en la vida real, que es buscar el canal adecuado para dejar salir las emociones.
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“Todo el mundo en este planeta tiene la capacidad de sentir todo, lo que hay que saber es cómo abrir el canal para mostrar esas emociones, permaneciendo en un espacio de seguridad, y ese es el espacio que Justine nos construyó”, explicó Hüller.
A partir de ese momento todo fue fácil, solo había que abrir el canal y poner todo encima de la mesa, que en esta historia es principalmente el sentimiento de culpabilidad.
Una culpabilidad que no queda clara en un evidente juego de ambigüedad de la directora, que quiso contraponer el ambiente de la casa, en el que no se sabe realmente lo que pasó, con el del tribunal que juzga a la mujer y que es un lugar que busca obsesivamente la verdad.
“La película se centra en un niño —el hijo de la escritora, interpretado por Milo Machado Graner— que tiene mucho peso sobre sus espaldas, se encuentra casi en la posición de un jurado. Para mí, lo más importante en el filme es que él tiene que decidir si su madre es inocente o no y nunca sabremos si su testimonio fue o no verdad”, explica la realizadora.
A Triet le encanta la ficción precisamente “porque es un lugar en el que puedes esconder la verdad” y eso es lo que hizo con Anatomía de una caída. “Estoy fascinada por la idea de que cuanto miras más profundamente en una imagen, menos ves”, señaló la directora.