Se cree que este sistema de apareamiento, la poliginia, es el más común entre los animales y se ha encontrado anteriormente entre peces, reptiles, mamíferos, aves e incluso en algunos invertebrados, explicó a la AFP Fabio de Sa, zoólogo de la Universidad Estatal de Campinas.
Pero hasta la publicación de este estudio en la revista Science Advances el miércoles, nunca había sido descrito en un anfibio.
Los sistemas de apareamiento de animales se mantienen entre la poliginia, asociada con una etapa más temprana de la evolución, y la monogimia, que surge cuando las crías de una especie requieren cuidados intensivos de los padres.
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La poliginia tiende a darse cuando los machos se ven obligados a competir entre sí por las hembras y por recursos ambientales inconstantes, como el agua y la comida.
De Sa y sus colegas decidieron investigar si la Thoropa taophora, una especie de rana que se encuentra en la selva atlántica de Brasil y que se sabe que es polígama en zonas de abundancia, podría exhibir poliginia en otras circunstancias.
Guerra de pulgares
Estas ranas prefieren las rocas y tienen una coloración marrón rojiza que las ayuda a camuflarse en el entorno.
Los machos tienen largas espinas unidas a sus pulgares que usan en combate.
El equipo registró a las ranas en sitios rocosos en el borde de la selva tropical donde hay relativamente pocos lugares regados por agua dulce o “filtraciones” disponibles para ellas y están más expuestas al sol. Efectivamente, el entorno de escasos recursos tuvo un impacto.
Los machos patrullaban sus lugares de reproducción y emitían llamadas agresivas para alejar a los intrusos, y permanecían cerca de sus huevos y renacuajos para protegerlos.
Cuando otros invasores masculinos ignoraban sus advertencias, se abalanzaban sobre ellos con saltos, patadas y usaron las espinas de sus pulgares para atacar.
Relación de largo plazo
Los investigadores descubrieron que los machos se relacionan con solo dos hembras, en su mayoría con una dominante pero también con una secundaria. Las hembras dominantes intentan inducir el apareamiento respondiendo a las llamadas de cortejo de los machos con sus propias vocalizaciones.
Mientras esto sucede, las hembras secundarias permanecen inmóviles a un lado.
Entre otros hallazgos, el equipo confirmó con la presencia de renacuajos mayores de los mismos padres que las relaciones de apareamiento eran de largo plazo.
El arreglo parece tener ventajas para ambos sexos. Los machos deben evitar que otros utilicen sus lugares de reproducción difíciles de conseguir, y es ventajoso diversificar la genética con múltiples parejas.
“La ventaja para la hembra es que es mejor tener un macho y un sitio de reproducción de buena calidad para compartirlo con otra hembra, en lugar de estar expuesta y no encontrar a otro macho o a uno de menor calidad”, agregó De Sa.
El escenario también provocó la competencia entre hembras, que es rara: las hembras dominantes en realidad respondían a las llamadas de los machos y parecían expulsar a las hembras secundarias durante el cortejo.