Buena parte de Europa occidental está afectada desde el miércoles por una burbuja de aire muy caliente y polvo en suspensión procedente de África, que ha causado también víctimas en Francia e Italia.
En el noreste español, las regiones de La Rioja, Aragón y Navarra y las provincias catalanas de Lérida y Tarragona continúan este sábado en alerta roja por calor, y otras del centro, como Madrid, y el sur se mantienen en riesgo alto, según los avisos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
Las previsiones indican que Zaragoza, capital regional de Aragón, y la ciudad catalana de Lérida alcanzarán este sábado los 44°C, mientras que Logroño (La Rioja) llegará a los 43°C.
Las noches son tórridas en un gran número de localidades, donde el termómetro no baja de los 30°C, lo que dificulta bastante el descanso.
Después de alcanzar valores de récord este mes de junio en España, el primero del verano, las temperaturas comenzarán a bajar el domingo, pero levemente. A partir del lunes, el aire fresco y húmedo de una borrasca provocará un descenso térmico significativo.
Hoy, un hombre de 58 años fue ingresado en un hospital de Córdoba (sur español) con los síntomas de un golpe de calor, informaron fuentes sanitarias, aunque está fuera de peligro.
El viernes falleció un varón de 17 años también en Córdoba y un hombre de 93 años en Valladolid (centro), mientras que un agricultor de 45 tuvo que ser hospitalizado en estado grave en Murcia (sureste) a causa de las altísimas temperaturas.
El menor de edad muerto, que trabajaba en el campo, sintió mareos por las altas temperaturas, se bañó en una piscina y comenzó a sufrir convulsiones al salir del agua.
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Las autoridades repiten constantemente la necesidad de prevenir situaciones de riesgo, evitar las radiaciones ultravioleta, el trabajo y el ejercicio físico intensos en las horas de más calor, además de hidratarse y refrescarse frecuentemente.
El fuerte calor, el viento y la sequedad del ambiente y del terreno -las lluvias han sido muy escasas los últimos meses- han favorecido la propagación de decenas de incendios, aunque solo cuatro, los más importantes, siguen activos.
En estas condiciones tan adversas, centenares de bomberos, trabajadores de emergencias y militares del Ejército de Tierra se afanan día y noche en controlar y apagar el fuego apoyados por decenas de vehículos, máquinas pesadas, helicópteros y aviones.
Un fuego que comenzó el miércoles en la comarca de la Ribera del Ebro, en la provincia de Tarragona (nordeste), ha devastado ya unas 6.000 hectáreas, aunque está acotado y en vías de ser estabilizado.
“Este sábado, las condiciones climatológicas siguen siendo extremas y las próximas horas volverán a ser críticas y decisivas, no solo por este incendio, sino también para el resto de territorio”, declaró a la prensa el consejero catalán de Interior, Miquel Buch.
El incendio, que comenzó el miércoles al parecer en una granja, obligó a desalojar varias fincas agrícolas y ganaderas y viviendas y mantiene cortadas varias carreteras secundarias. Los servicios de emergencias tuvieron que prestar asistencia sanitaria a 24 personas, nueve de ellas bomberos por agotamiento
En la provincia de Toledo (centro) se originaron el viernes otros dos incendios. Uno de ellos, que se ha extendido a la provincia limítrofe de Madrid, ha quemado más de 2.000 hectáreas y ha obligado a evacuar a 400 vecinos de la localidad madrileña de Cadalso de los Vidrios por seguridad.
El viento podría “complicar” la extinción y el objetivo de los bomberos es “acotar” el fuego, que sigue “activo”, para que no se extienda, explicó el director regional de Seguridad y Emergencias de Madrid, Carlos Novillo.
Según los servicios de extinción y emergencias, unas 1.600 hectáreas se han visto afectadas en otro siniestro que sigue activo a las afueras de la ciudad de Toledo, capital regional de Castilla-La Mancha.
Y el fuego también continúa vivo en Gavilanes, en la provincia de Ávila (centro), que podría acabar quemando más de 500 hectáreas de pinos repoblados, principalmente.