22 feb. 2025

Una historia del tereré: ¿Qué significa y de dónde proviene el nombre de la yerba mate?

Este último sábado de febrero celebramos el Día Nacional del Tereré, una tradición que está reconocida como Patrimonio Cultural Paraguayo. Por ello no podemos dejar pasar esta fecha para conocer más sobre una costumbre tan arraigada en la vida de los paraguayos.

Terere

El tereré es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad desde el 2020.

Archivo ÚH

Ángel Piccinini - Investigador

El tereré fue declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco el 17 de diciembre de 2020. Pero ¿qué significa realmente esta declaración y cuál es la verdadera historia detrás de esta bebida tan arraigada en nuestra identidad cultural?

Patrimonio Inmaterial de la Humanidad es un reconocimiento de la Unesco a tradiciones, expresiones culturales y conocimientos de comunidades que son fundamentales para su identidad, como música, danzas, rituales y saberes tradicionales para evitar su desaparición y promover a la vez el respeto por la diversidad cultural. Esta declaración no solo visibiliza internacionalmente estas prácticas, sino que genera un compromiso para su conservación y transmisión a futuras generaciones.

Previo a la inmersión en el universo del tereré, resulta pertinente realizar una introducción lingüística e histórica que nos permita contextualizar el origen de esta bebida, hoy convertida en tradición en la región del Río de la Plata y zonas aledañas.

A lo largo de la historia, la planta ha recibido diversos nombres: té del Paraguay, té mate, té brasileño, té de Misiones, té de Bartholomew, té de los jesuitas, pero yerba mate fue el que prevaleció. Fue recién en 1822 cuando el botánico Augustin Saint-Hilaire realizó su descripción formal, asignándole el nombre científico Ilex paraguariensis.

“Ilex”; palabra griega que significa “acebo” el acebo es un árbol de corteza lisa y grisácea, copa de forma piramidal cónica, hojas perennes, de color verde oscuro brillante, grandes, duras y con márgenes irregularmente dentados y espinosos, flores pequeñas y blancas, y fruto en forma de bolitas rojas; puede alcanzar hasta 10 m de altura: el acebo se usa en las decoraciones de Navidad. “paraguariensis”; es un gentilicio latinizado que hace referencia a su procedencia geográfica, en este caso: Paraguay.

Si bien está muy arraigado y aceptado que el nombre nativo en guaraní de la planta es ka’a, y ya que también así lo afirma el diccionario Tesoro de la lengua guaraní escrito por Antonio Ruiz de Montoya (1639), Caá (pág. 83) tiene dos traducciones: 1º “monte”. 2º “y la yerua que beuen” (“y la yerba que beben”).

La dualidad del término ka’a en guaraní, registrada en el diccionario de Montoya de 1639 como “monte” y “la yerba que beben”, presenta un interesante caso de evolución lingüística y posible interpretación colonial. Considerando que los guaraníes desarrollaron un sistema de nomenclatura botánica notablemente preciso, donde cada planta solía recibir un nombre específico, resulta razonable pensar que ka’a originalmente designaba específicamente a la Ilex paraguariensis.

La existencia de términos guaraníes específicos para árbol (yvyra, en singular, y yvyraty, en plural) refuerza la idea de que la generalización hacia el concepto de “monte” podría haber sido una interpretación jesuita. Esta interpretación probablemente surgió de la observación visual de los conjuntos de yerba mate creciendo en su hábitat natural. Es común que en los procesos de traducción y encuentro entre culturas se produzcan estas generalizaciones semánticas.

Ka’a

Admito que mi búsqueda de la “quinta pata” puede parecer excéntrica, pero les agradecería que me acompañaran un poco más en este razonamiento.

Yerba 2_18920230.jpg

A lo largo de la historia, la planta ha recibido diversos nombres.

Archivo ÚH

La palabra yeruá aparece en el mismo diccionario (pág. 195) con su traducción al español como “calabacillos filueftres” (silvestres) en guaraní. Esta traducción encuentra respaldo adicional en el Tesoro de la lengua guaraní, de 1640, donde yéruã se traduce específicamente como “calabaço chico”. Sin embargo, existe la posibilidad de que haya ocurrido un error de transcripción: el transcriptor peruano podría haber confundido yeruá con yerua, una forma antigua de escribir “hierba” en español.

Entonces… ¿De dónde proviene la palabra mate? Se tiene bien establecido que deriva del quechua mati. El Vocabulario Hispano-Quechua (1608) define matipuru como “calabazo vano boquiancho y para comer” y mate como “calabazo para plato”. Esto indica que se referían al mismo fruto que los guaraníes llamaban yeruá, término que cayó en desuso en la región del Río de la Plata, prevaleciendo mate. La yeruá/mate (Lagenaria siceraria) es una planta trepadora de la familia de las cucurbitáceas, cuyo fruto, conocido popularmente como “porongo”, se utiliza como recipiente una vez secado.

Propongo esta hipótesis con todo respeto hacia los expertos en el campo: filólogos, lingüistas y profesores de guaraní. Dejando este embrollo, armamos este otro, al probable origen del consumo humano de esta planta.

Citando otra vez a Montoya encontramos estas líneas, en su libro La conquista espiritual hecha por los religiosos de la Compañía de Jesús, en las Provincias del Paraguay, Paraná, Uruguay y Tape, de 1639, página 9, y podemos sacar mucha información.

Los efectos de la bebida según Montoya

“Diuertidome he y no sin causa, en tratar de agrauios de Indios, por ser mucha parte dellos esta yerua; y boluiendo a ella, para dezir lo que queda. Digo, que con todo cuidado he buscado su origen entre Indios de 80. y 100. años, y he sacado por cosa aueriguada, que en tiempo que estos viejos eran moços no se beuia, ni aun se conocia, sino de vn gran hechicero, o Mago, que tenia trato con el demonio, el qual se la mostro, y dixo, que quando quisiesse consultarle beuiesse aquella yerua, y assi lo hizo, y de su enseñança otros que en nuestros dias hemos conocido; y comunmente los hechizos que hazen lleuan desta yerua. Dieron en vsarla los Indios viejos; pero con moderacion: los frutos que comunmente refieren desta yerua, son, que les alienta al trabajo, que les sirue de sustento, y assi lo vemos cada dia, que remarà vn Indio todo vn dia, sin otro sustento que beuer de tres en tres horas la yerua, purgales el estomago de flemas, y despierta los sentidos, ahuyenta el sueño al que desea velara sin embaraço de sueño, y en esto parece a algunos que se semeja, o es la misma yerua de la China, llamada Cha, que quita el sueño, y aun el nombre no desdice mucho: porque en la lengua de los naturales se llama Caà. Los naturales Indios la toman con medida, vna vez al dia; los Españoles han hallado remedio en ella contra todos los males, y dizen, que es muy esperimentado remedio contra mal de orina, a cuya causa la vsan por aquellas partes sin orden, ni medida; de la demassia en beuerla, he visto a algunos que por muchos dias perdieron el juizio, y harta falta del es comun de tantos, que en solos bomitos gastan cada año mas de 300u. libras. Yo no dudo que tenga virtud (aunque nunca la he prouado) pero el abuso en vsarla es condenable, en su trabajoso beneficio, en la estimacion, y aprecio, en los efetos de sustentar con aliento al que trabaja, en el subido precio en que se vende (porque en el Paraguay vale vn quintal, que son 100. libras, 25. pesos, y a este passo, va subiendo, mientras mas se va llegando a Potosi) y en el vso supersticioso de hechicerias; y aun en el olor, y sabor, que es çumaque, es muy semejante a la yerua del Pirù, que llaman Còca”.

_JLT7901_32577237.jpg

Probablemente la primera descripción histórica de lo que hoy se conoce como tereré se encuentra en los escritos de Pedro Montenegro (1663-1728), un sacerdote jesuita que combinaba sus labores misioneras con el estudio de la botánica y la práctica de la medicina en las Misiones.

Archivo ÚH

El principal aporte de este texto describe el uso y origen de esta planta, señalando que, contrario a lo que podría pensarse, no era una costumbre profundamente arraigada en la cultura guaraní antes de la llegada de los españoles. Según los testimonios de los ancianos de la época, su uso se remonta a un chamán guaraní que la utilizaba principalmente para alcanzar estados de trance y comunicarse con espíritus, siendo su consumo general bastante moderado. Quizás es por esto que la perspectiva del padre Diego de Torres, fundador de la Provincia Jesuítica del Paraguay (Paracuaria), quien en una carta dirigida a la Inquisición de Lima, el 24 de setiembre de 1610, calificó el uso de la yerba como una “superstición diabólica que acarrea muchos males”. Esta visión llevó a los jesuitas a tomar medidas drásticas en sus inicios: llegaron a amenazar con la excomunión a cualquier persona involucrada en la producción, consumo o comercialización de la yerba, buscando además proteger a los indígenas de la explotación laboral por parte de los encomenderos.

Obviamente, todo ese esfuerzo fue en vano. Rápidamente el consumo se volvió popular, hasta el punto que los propios jesuitas aprendieron a cultivarla en sus reducciones para no tener que trasladarse a las zonas donde habitaban naturalmente para su comercialización. La bebida se promocionaba destacando sus múltiples beneficios, una estrategia claramente orientada a fines comerciales: se enfatizaba que proporcionaba energía para el trabajo, servía como sustento, limpiaba el estómago, aumentaba el estado de alerta y combatía el sueño. La exaltación de estas propiedades fue fundamental para su posterior adopción y popularización por los colonizadores españoles y criollos. Los efectos adversos reportados en la época podrían atribuirse a métodos de preparación diferentes a los actuales, así como a procesos menos controlados de selección, secado y molienda de la yerba. En su afán promocional, incluso crearon un relato mítico que vinculaba al apóstol santo Tomás (a quien los pueblos originarios conocían como Pa’i Sumé, Tumé o Avaré Sumé marangatú) con la introducción del cultivo de la yerba mate en Sudamérica, afirmando que habría enseñado estas prácticas agrícolas durante su supuesta predicación por Brasil, Paraguay, Bolivia y Perú en el siglo I. Desde aquí, la yerba mate adquirió tal importancia económica que, como señaló Antonio Ruiz de Montoya (1585-1652) en su obra Conquista espiritual: “La principal moneda que como plata corre es la yerba”. De hecho, llegó a convertirse en el producto que generaba los mayores ingresos tributarios para la Corona española en Asunción. También fue usada por los López para pagar una parte a los ingleses.

Probablemente, la primera descripción histórica de lo que hoy conocemos como tereré se encuentra en los escritos de Pedro Montenegro (1663-1728), un sacerdote jesuita que combinaba sus labores misioneras con el estudio de la botánica y la práctica de la medicina en las Misiones. En su obra fundamental Materia médica misionera, donde catalogó y describió las propiedades medicinales de la flora regional.

“Socorrió Dios con esta medicina a esta pobre tierra por ser más conducente a ella que el chocolate, y vino a sus naturales habitadores así como lo es el cacao en el Oriente, porque estas tierras muy calientes y húmedas causan graves relajaciones de miembros, por la grave aspersión de los poros, y vemos que de ordinario se suda con exceso, y no es remedio el vino ni cosas cálidas para reprimirlo, y la yerba sí, tomada en tiempo de calor con agua fría, como la usan los indios, y en tiempo frío o templado con agua caliente o templada...”

Según el misionero jesuita Florian Paucke (1719-1779), quien trabajó principalmente con los indios mocovíes y plasmó las costumbres de la región en su obra Hacia allá y para acá. Una estadía entre los indios Mocovíes entre 1749-1767, existían marcadas diferencias sociales en el consumo de yerba.

Como él mismo describe: “El gusto de la primera es amargo, así la toman el pueblo ordinario, los esclavos y los indios pero los españoles que son de origen más elevado y se llaman Gente granada (esto quiere denotar: gentes distinguidas) toman esta hierba con azúcar y algo de jugo de limoni o Citron”.

Para la gente humilde, el método era simple: “Toman la mitad de una calabaza, cortada por el medio; esta es la vasija de la cual la beben en esta media calabaza echan una pequeña manada de yerba tal cual la retiran del costal, vierten sobre ella no una agua hirviente, sino bien tibia”. En contraste, “los que son españoles distinguidos tienen sus mates o medias calabazas guarnecidas con plata en derredor” y usaban “una cañita de plata de un jeme de largo, llamada bombilla”.

Sobre sus efectos, Paucke señala: “Que bajo fuerte calor y cansancio en el viaje fortalece en algo al ser humano y apaga mucho mejor la sed que el agua fría”. Respecto al consumo con agua fría, menciona: “También la beben con agua fría y dicen que refresca muchísimo”, aunque él mismo aclara: “Yo no la he probado así", lo que sugiere que este modo de consumo era poco común, pues él la había “tomado caliente todos los días”.

Un mate con Su Majestad

Gregorio Benítez (1834-1909), en sus Anales diplomáticos, en los que describe “una infusión preparada en agua fría, que produce, en verano, un efecto refrescante y satisface la sed”. Este registro surge de su misión diplomática a Berlín, donde llevó 6000 libras de yerba paraguaya como presente del jefe de Estado del Paraguay al rey de Prusia, reciprocando el obsequio previo del soberano prusiano a través de su agente diplomático, Von Gulich. El objetivo de López era introducir y promover el consumo de la yerba paraguaya en los ejércitos europeos.

Lo más revelador del encuentro fue la ceremonia del mate en sí misma, que tuvo lugar en 1864. Benítez relata con detalle cómo preparó cuidadosamente el primer mate para Su Majestad, tomando precauciones para evitar que el polvo de la yerba subiera por la bombilla. El rey, tras examinar con curiosidad tanto el mate como la bombilla, probó la infusión, encontrándola agradable y similar al té chino, solicitando incluso una segunda servida. Es notable que este segundo mate resultó superior, ya sin partículas de yerba y con el rey mostrando mayor destreza en su consumo.

Un aspecto particularmente significativo, y que contrasta marcadamente con las costumbres actuales de consumo compartido del mate, fue que todos los presentes en la ceremonia de 1864 –incluyendo al rey y sus acompañantes– compartieron los mismos instrumentos para beber. Benítez específicamente señala que esto era algo excepcional, pues “lo que no sucedería si se tratase entre particulares o gentes del pueblo”, evidenciando que en aquella época el mate no era habitualmente una bebida de consumo compartido como lo conocemos hoy en día, donde la práctica de compartir el mate y la bombilla es una característica cultural fundamental de su consumo.

terere5.JPG

La primera mención documentada del tereré fue realizada por Domingo Parodi (1823-1889), un naturalista y farmacéutico italiano que residió en Paraguay entre 1856 y 1870.

Archivo ÚH

¿Notaron que hasta ese momento ningún autor había utilizado el término tereré? La primera mención documentada fue realizada por Domingo Parodi (1823-1889), un naturalista y farmacéutico italiano que residió en Paraguay entre 1856 y 1870. En su artículo publicado en Anales de la Sociedad Científica Argentina, en 1877, escribió:

”...cuando abrumados por las fatigas físicas, ya debilitados por la escasez de alimento, ya abatidos por el rigor del estío, se sorbe a tragos lentos una infusión fría de yerba mate, a la que los paraguayos dan el nombre de Tereré, se sienten reanimadas las fuerzas corporales, las ideas ofuscadas poco ha, adquieren una claridad inesperada, sucediéndose a los tristes los más risueños pensamientos, y recobrando vigor, en suma, moral y físico para continuar animosos la jornada o la labor interrumpida.”

Se han propuesto varias teorías sobre el origen del tereré. Una sugiere que surgió con los mensúes (trabajadores de los yerbales), quienes tenían prohibido tomar mate caliente, ya que el humo del fuego los delataría, por lo que comenzaron a tomarlo con agua fría. Otra teoría sostiene que se originó durante la Guerra del Chaco entre las tropas paraguayas.

Sin embargo, la investigación de Ricardo Scavone Yegros, basada en documentación del Archivo Nacional de Asunción, revela que el consumo del tereré no era común hasta bien entrado el siglo XX. Como evidencia, cita un informe de julio de 1925 de Eusebio Ayala, quien llegaría a ser presidente del Paraguay, en el que escribió: “Personalmente he hecho la experiencia en el Chaco que el tereré es una bebida muy agradable y de efectos tónicos durante la canícula”. Este testimonio es particularmente significativo considerando que Ayala, nacido en 1875 en Barrero Grande (actual Eusebio Ayala), no conocería la bebida hasta 1925.

La teoría de su popularización durante la Guerra del Chaco (1932-1935) podría tener fundamento, ya que las condiciones climáticas extremas y la escasez de agua potable probablemente fomentaron el consumo compartido de la bebida. Terminado el conflicto, los soldados provenientes de distintas regiones del país habrían difundido esta costumbre por todo el Paraguay.

Respecto al nombre tereré, el término podría tener un origen onomatopéyico, imitando el sonido que se produce al sorber la bebida. Esta teoría se refuerza al consultar el Tesoro de la lengua guaraní (1639), de Antonio Ruiz de Montoya, en el que tererég significa “sonido, crujir y ruido de lo que se quiebra”. Pero también la palabra tereré proviene del verbo latino terō, tereré, que significa “frotar”, “moler”, “desgastar” o “triturar”. Es un verbo de la tercera conjugación latina…, y como la yerba es molida.

Investigador.
Más contenido de esta sección
Alfredo Stroessner, hijo de un inmigrante alemán y una mujer paraguaya, gobernó Paraguay de 1954 a 1989. Fue el presidente de más largo tiempo en la historia del país y el segundo de más largo tiempo en la historia de América Latina después de Fidel Castro. El derrocamiento de Stroessner a finales del la Guerra Fría marcó el comienzo de un lento e inestable proceso de democratización. Aun así, su gobierno dejó una marca indeleble en la psique del país y su legado continúa ejerciendo una fuerte influencia en su política y su economía.
Las Ligas Agrarias Cristianas (LAC), organizaciones campesinas de Paraguay que, en las décadas del 1960 y 1970, agruparon a miles de personas se integraron con el objetivo de trabajar en la agricultura e implementaron la ayuda mutua para el sustento familiar. Sus miembros sufrieron grandes persecuciones durante la dictadura, la historia de Jejuí es una de ellas.
Mientras Trump y Putin se preparan para dialogar sobre una posible paz entre Rusia y Ucrania, otros asuntos de alta importancia estratégica entran potencialmente a la mesa de negociaciones, y Rusia exhibe algunas muestras de debilidad.
Todos los años, al discutirse el presupuesto de Educación o ante los aplazos masivos como los que se vieron en las recientes evaluaciones para acceder al Banco de Datos de Docentes del Ministerio de Educación y Ciencias vuelve al tapete la preocupación y la crítica por la calidad de la formación de los maestros.
El martes 5 y el martes 12 de noviembre se llevarán a cabo dos visitas guiadas a la muestra El paisaje es el del yo, conducidas por la artista Alejandra Mastro y Fernando Moure, curador del proyecto. Ambos encuentros son abiertos al público en el local de K / Espacio de Arte y Naturaleza, Santa Rosa 586 casi avenida España, a partir de las 20:00 horas.
La polarización política y las denuncias de fraude electoral amenazan con una profundización del autoritarismo del Gobierno de Nicolás Maduro.