La investigación partió del hecho de que no se habían encontrado parientes epígeos (que se desarrollen sobre el suelo), por lo que en 2019 un grupo de científicos, en una expedición de recolección, encontró tres nuevas especies de araña del género Metagonia.
El grupo investigador estuvo integrado por Bernhard A. Huber, del Zoological Research Museum Alexander Koenig; y Andrea E. Acurio, de la Fundación Charles Darwin, junto a colegas del Inabio como Diego Inclán y catedráticos de la Universidad Central (estatal) de Ecuador, de la Nacional de Córdoba (Argentina) y la Autónoma de México.
El estudio describió, además, dos especies ya conocidas y agregó cinco a la filogenia molecular de fólcidos o familia de arañas araneomorfas, además de otros 30 congéneres que habitan en el continente.
Según el estudio, en Galápagos existen arañas del grupo epigeo y del hipogeo (que se desarrollan bajo tierra), el primero de ellos con las especies Metagonia berlanga (de la Isla Santa Cruz) y M. lágrimas (de Isabela).
En el grupo hipogeo se ubican la Metagonia bellavista (de la Isla Santa Cruz), la M. reederi (de Isabela y Santa Cruz) y la M. zatoichi (Santa Cruz), este último en honor a un personaje de ficción ciego creado por el novelista japonés Kan Shimozawa.
La publicación de Inabio aseguró que los fólcidos de Galápagos están razonablemente bien estudiados y que se habían enumerado 14 especies; mientras que en el género Metagonia se habían descrito dos especies ciegas de tubos de lava que se consideraron relictos (de especies muertas) cuyas hermanas epigeas habían desaparecido.
Las Galápagos, ubicadas a unos mil kilómetros al oeste de las costas continentales de Ecuador, son consideradas como un laboratorio natural, el mismo que permitió al científico inglés Charles Darwin, en el siglo XIX, desarrollar su teoría sobre la selección natural de las especies.
Además, este archipiélago ha sido declarado como Patrimonio Natural de la Humanidad de la Unesco y es considerada una de las reservas insulares mejor conservadas del planeta.