El 12 de octubre, Día Internacional de los Pueblos Indígenas, debería ser una jornada de celebración, especialmente de valoración de la singular herencia que hemos recibido los latinoamericanos. Ese legado, que ha sobrevivido por más de 500 años, pertenece hoy a todos. Uno de los más evidentes es, sin lugar a dudas, la lengua. Las lenguas indígenas que han logrado sobrevivir, incluso en las peores condiciones de negación o discriminación. Y a lo largo del continente las personas compartimos también otro legado: la comida. La cocina de América Latina es la fusión de varias culturas que siguen hasta nuestros días compartiendo el uso del maíz, la mandioca o la yuca, granos, tubérculos, y otros sabores tan característicos y extraordinarios.
En el Paraguay habitan 17 grupos étnicos pertenecientes a cinco familias lingüísticas: Tupí Guaraní, Lengua Enxet-Maskoy, Mataguayo, Zamuco y Guaicurú, siendo la más numerosa la familia lingüística Tupí-Guaraní; trece de los pueblos habitan en la Región Occidental y cuatro en la Oriental.
El Paraguay ha heredado la lengua; la que, como escribió el pa’i Bartomeu Melià, jesuita, lingüista y antropólogo, desde los días de la conquista y de la colonia el Paraguay ha aparecido como un caso único: dos lenguas, dos culturas han coexistido y han convivido, al parecer armoniosamente, modificándose y conformándose mutuamente; pero, por sobre todo, “para el pueblo paraguayo la lengua guaraní ha sido el lugar de su libertad”.
Sin embargo, este también debe ser un día para la reflexión.
Un informe del Banco Mundial, denominado Latinoamérica indígena en el siglo XXI, señala que, gracias a una combinación de crecimiento económico y buenas políticas sociales, la pobreza de los hogares indígenas disminuyó en países como Perú, Bolivia, Brasil, Chile y Ecuador, mientras que en otros, como Ecuador, México y Nicaragua, la brecha educativa, que durante décadas excluyó a los niños indígenas, se cerró.
No obstante, apunta el estudio que, a pesar de estos avances, todavía queda mucho por mejorar, pues los pueblos indígenas se enfrentan a barreras estructurales que limitan su completa inclusión social y económica.
Un dato del informe dice que, mientras que los pueblos indígenas representan el 8 por ciento de la población en la región, también constituyen aproximadamente el 14 por ciento de los pobres y el 17 por ciento de los extremadamente pobres de América Latina. Estos pueblos no acceden a servicios básicos ni a las nuevas tecnologías.
En el año 2010 existían alrededor de 42 millones de personas indígenas en América Latina, lo que representa casi el 8 por ciento de la población total; México, Guatemala, Perú y Bolivia tienen las poblaciones más grandes, con más del 80 por ciento del total de la región.
La realidad en el Paraguay tiene también características preocupantes, una de ellas es la situación de la tierra. Los reclamos apuntan no solamente a la escasa asistencia y atención de parte del Estado, sino, además, y particularmente en los años recientes, los pueblos indígenas se ven afectados en medida desproporcionada por la práctica de los desalojos forzosos. Estos desalojos, asimismo, tienen el efecto de empujar a niños, ancianos y mujeres hacia las zonas urbanas, donde viven en condiciones de miseria. Porque como también había escrito Melià, la historia colonial es para el guaraní una progresión de males que parece no tener fin ni límite, y “el peor de todos los males coloniales será simplemente negarles a los guaraníes la tierra”.
Este 12 de octubre es un buen día para reivindicar la antigua lucha de los originarios, pidiendo para ellos una vida digna, una vida mejor.