En poco más de un mes se cumplirán 39 años de una de las más crueles represiones de la era Stroessner: el Caso Caaguazú. Apolonia Flores fue una de las protagonistas siendo apenas una niña.
Apolonia se hizo muy conocida varios años después de la caída de la dictadura, cuando fueron hallados los Archivos secretos de la Policía stronista, y su ficha policial con su foto se convirtió en todo un símbolo.
Ella fue detenida un 11 de marzo de 1980 para “averiguaciones sobre los supuestos hechos de asalto a mano armada, robo, homicidio frustrado, herida, usurpación de autoridad y tenencia ilegal de armas de fuego ocurridos en el kilómetro 37 de Puerto Presidente Stroessner, en fecha 8 de marzo de 1980”.
Apolonia vivía con su familia en Acaraymí, Alto Paraná, donde llegaron desde Misiones en busca de mejores oportunidades. Habiendo conocido la experiencia de las Ligas Agrarias Cristianas, la comunidad de Acaraymí intentó compensar las carencias implementando la escuelita campesina y dedicándose a la chacra. Tenían zapallos, gallinas, chanchos, vacas y había pescados en el río. Todo iba bien hasta que llegaron los problemas de la mano de Olga Mendoza de Ramos Giménez, Ña Muqui, esposa de un general que reclamaba las tierras. Y muy pronto llegó la persecusión. Los militares quemaron las casas de los labriegos y se quedaron sin nada, pasaron hambre, no tenían nada. En medio de todo, Apolonia vio morir a dos de sus hermanitos. Harta la comunidad de esta situación se decidió llegar hasta Asunción a protestar. En marzo de 1980 Apolonia tenía 12 años, y formó parte del grupo de 20 campesinos. A la altura de Caaguazú, bajaron del ómnibus en el que se tras-ladaban y comenzaron a huir de la represión.
La niña quedó con Victoriano Centurión, Apolinaria González y Mariano Martínez. Después de separarse, estuvo escondida en el monte durante cuatro días. La detuvieron un 11 de marzo, después de haber recibido seis balazos. En aquel estero fue violada y torturada por los policías. Después la llevaron a la capital y la malcuraron en el Hospital Rigoberto Caballero.
Después de un año de encierro en la cárcel del Buen Pastor, Apolonia Flores volvió a su hogar en Acaraymí, pero no fue hasta que cayó la dictadura que pudo librarse de la persecusión. Apolonia es un símbolo de las barbaridades cometidas por el stronismo. Etiquetada como niña guerrillera, soportó torturas y vejaciones, y logró seguir adelante y con la cabeza en alto a pesar de todas las injusticias y la impunidad.