Por Brigitte Colmán
María Angélica Mary Ramos tenía 16 cuando comenzó a trabajar en Última Hora. Y lleva, se puede decir, toda una vida ejerciendo el oficio más hermoso del mundo.
Hace 37 años, en 1976, todo era muy diferente en el mundo y en Paraguay.
Alfredo Stroessner gobernaba con mano de hierro desde el Palacio de Gobierno, las cárceles estaban repletas de presos políticos y poca gente se animaba a salir a la calle a manifestar alguna protesta.
Asunción, la capital del país, dormía una aparente tranquila siesta, tenía multitudes de árboles en sus plazas y al centro se podía viajar en tranvía.
En el Este del país la hidroeléctrica Itaipú se encontraba en plena construcción, y sobre la calle Benjamín Constant, en el diario Última Hora, la impresora guardaba silencio, pero se preparaba para comenzar a imprimir la segunda parte de su historia.
Fue en ese preciso momento en que Mary Ramos llegó al diario a buscar trabajo: el 1 de diciembre de 1976.
Hay quien afirma que no existen las casualidades. Aquellos días finales de noviembre, en San Pedro de Ycuamandyyú terminó de rendir sus exámenes del 4º curso de secundaria y se embarcó a Asunción, en lo que resultó quizá la más grande aventura de su vida.
“Al diario yo llegué de casualidad”, inicia su historia.
“Había venido a Asunción para la colación de una hermana. Una tía ya estaba trabajando en el diario, le contrataron para organizar el equipo de armado de páginas, que es la sección donde yo comencé".
Mary confiesa que de pequeña le atraía la idea de trabajar en un medio y la oportunidad se le presentó aquel diciembre del 76.
“Vine al diario y me quedé y hasta hoy”, dice sobre lo que bien podría ser el resumen de una vida.
Al frente de Última Hora se encontraba entonces Demetrio Papu Rojas y los trabajadores durante las primeras dos semanas de diciembre se dedicaron a “practicar a hacer un diario”.
Durante nueve años y medio, María Angélica se dedicó a la labor denominada armado de páginas. Una tarea que hoy en día ya no existe, la tecnología se la llevó por delante. Lo que no significa que la periodista haya olvidado.
“Lo que nosotros hacíamos era recortar los artículos: titulares, las fotos, los epígrafes, todos los elementos de un artículo periodístico para pegarlo en un papel. Y ese papel cuando se completaba la página se copiaba en película fotográfica, y seguía el proceso para llegar a la impresión de la página”.
El primer salario
El primer salario que recibió fue de 12.000 guaraníes, que era el mínimo vigente. “Era un dineral”, resalta la periodista.
“Te puedo asegurar que sobrevivía con mil guaraníes al mes. Alcanzaba muy bien, porque el costo de vida era muy diferente”.
Al centro se trasladaba en tranvía, desde Villa Morra, donde vivía, y el pasaje costaba 5 guaraníes. El pasaje en colectivo era de 7 guaraníes.
“Y, además, el tranvía no venía muy lleno, aunque era un poco más lento”, relata como detalle de una gran época, de la que también añora plazas llenas de árboles.
Se refiere específicamente a las plazas ubicadas frente al Parlamento Nacional, de hermosa sombra, “y que siempre fueron plazas históricas, en el sentido de que eran de la ciudadanía y siguen siendo, porque es donde va la gente y se expresa”.
Mary rememora que toda la zona era un sitio de encuentro de la población. “Había bares, barcitos, casillitas, donde los estudiantes se reunían, era un mundo de gente, esas casillas llegaban hasta el Congreso. Se ponían sillas y mesas en la vereda, la gente iba a tomar una cerveza, los niños iban a andar en bicicleta, y a la noche era un mundo de gente, cosa que se perdió por la inseguridad. Ahora ni de día se puede usar”.
“Cada viaje, una historia”
En 1985 Mary concluyó sus estudios de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Católica y pasó a integrar el cuerpo de periodistas de Última Hora.
Su primera área de cobertura fue Locales, donde durante 10 años fue la cronista encargada del área Salud. Con el tiempo pasó a reportar sobre temas de medioambiente, campesinos e indígenas. Eso hasta 2008, en que dejó de hacer coberturas para dedicarse a editar.
Asegura que viajó mucho, y que, excepto Salto del Guairá, conoce todo el país.
26 años de periodismo dejan muchas anécdotas, historias, grandes y pequeños momentos.
“Hay algo que hace que yo siga en el diario Última Hora trabajando en lo mismo, es el hecho de que cada cobertura y cada material periodístico para mí son una novedad, y es algo con lo que me siento a gusto”.
Mary está convencida de que hace lo que siempre quiso hacer: “Amo lo que hago, y entonces también las coberturas eran únicas, cada viaje una historia”.
De las coberturas que hizo como periodista evoca episodios de violentos desalojos de campesinos y despejes de ruta con incursiones muy violentas de la Policía. No en balde se acuerda la década de los 90 como muy convulsionada por desalojos y movilizaciones de campesinos y sintechos, un fenómeno en Asunción y el área metropolitana.
“Recuerdo por ejemplo el desalojo de campesinos de la tierra de los Burró en Caazapá, donde hubo participación de las FF. AA con aviones Xavante y helicópteros. Fue en el 2000. Se habló de más de 300 personas detenidas y más de 400 heridas; eso fue muy impactante. Estuve en el lugar y eso fue más lastimero, porque nosotros estábamos en un sector donde solamente escuchábamos, no podíamos acercarnos, y solo accdedimos sino hasta un portón ubicado a 500 metros del desalojo. Nosotros escuchábamos el grito de la gente pidiendo auxilio, los tiros, los petardos, el enfrentamiento en sí, y encima de nosotros volando los Xavantes y los helicópteros. Fue muy impactante, porque fue la única vez que salieron los militares, de todo lo que yo conozco de desalojos fue la única vez”.
Lograr una primicia es una de las experiencias más importantes para un periodista. Es, de hecho una de las situaciones que definen esta carrera, pues aportan el grado de adrenalina y emoción. Es lo que justifica la profesión.
Por eso, Mary Ramos rememora como una de las grandes tareas logradas, el viaje que emprendió con el equipo de Última Hora hasta Formosa, aquel 23 de marzo de 1988, cuando el capitán Napoleón Ortigoza logró escapar después de haber permanecido 25 años detenido por la dictadura.
“Cuando llegamos a Formosa detrás de él, donde debía abordar un avión para viajar a España, exiliado ya, el avión levantaba vuelo, llegamos tarde. Pero sí conseguimos la información, tuvimos la primicia, las fotos de cuando él se despedía de su familia antes de abordar el avión. Eso fue muy lindo”.
“Hay tantas historias y tantas anécdotas en estos 26 años de hacer periodismo...Riesgo, falta de sueño, en ayunas, dormir en cualquier lado, amanecer a la vera del camino, dentro del vehículo, en el monte”, evoca Mary sin un ápice de queja.
El Periodismo 2.0
Quien se inició en el periodismo tres décadas atrás no puede dejar de señalar la diferencia abismal entre el periodismo que se hacía antes.
“En la década de los 80 escribíamos con máquina de escribir; hoy en día lo hacemos en una tablet, y tenemos ahí la posibilidad de cargar páginas”, apunta Mary. Y agrega que “eso es lo lindo del periodismo”.
Pero claro, antes el periodismo era más sufrido, señala. Y admite que actualmente los periodistas tienen más facilidades. “Apretás una tecla y Google te dice todo. Antes teníamos que recurrir al archivo, todo era más difícil, conseguir una fotografía era más difícil. En las coberturas, el envío de fotografías era una odisea. Los textos transmitíamos por teléfono y las fotos también, con una línea telefónica primaria mala, donde con un viento sur se cortaba la transmisión. Pero ahí estaba lo emocionante del trabajo, tardábamos 4 horas en transmitir la foto de un desalojo campesino. Hoy en día se tarda 3 segundos”.
El gran salto que se dio también conspira contra los colegas, opina Mary. “Es todo muy fácil”.
—Hace años se viene pronosticando la muerte del diario de papel. ¿Qué opinás?
—Yo no creo que sea así y espero que no sea así. No porque yo trabaje en un diario, sino por el valor que puede tener un diario de papel para las futuras generaciones.
Yo creo que nosotros no podemos perder la costumbre de sentarnos a leer un libro o un diario o una revista, nunca una máquina podrá sustituir eso. El otro día escuché a una persona decir que seguramente dentro de 10 años los niños no van a escribir más con un lápiz, ya no van a saber escribir y creo que a eso podríamos llegar.
El diario de papel es un patrimonio de la humanidad. No puede un ser humano abandonar el hábito de la lectura de un libro. Hoy en día podés llevar tu tablet y leer pero no es lo mismo. Y espero que no desaparezca.
—37 años en Última Hora, ¿fue una buena decisión?
—Fue una buena decisión y lo volvería a hacer. Yo me considero una enamorada de lo que hago y creo que tiene que ser así, porque el periodismo, parece cursi, pero el periodismo es vocación. Por supuesto que como trabajadores tenemos derechos laborales, pero el que no ama el periodismo, el que no lo hace por vocación, no es un buen periodista. Y en un momento dado va a tirar la toalla y se va a dedicar a otra cosa. En contrapartida considero que en este momento hay que buscar formar mejor a los jóvenes.
—¿Qué le decís a Última Hora en su 40 aniversario?
—Que me encantaría escuchar por muchos años más el grito de Timooreeee de los canillitas por la calle, a pesar de que ahora ya no hay canillitas. Y me gustaría encontrar Última Hora en todas las calles del país, me gustaría llegar a cualquier comunidad del país y poder comprar el diario.
Mary Ramos actualmente edita las páginas de Interior y es docente en la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional y otras universidades privadas; mantiene intacto el mismo entusiasmo que traía hace 37 años, cuando llegó por primera vez a Última Hora.