El avance tecnológico y la ola de transformación cívica que atraviesa el mundo representan una invitación a nuestro país. Pero no basta con adaptarse a las tendencias globales, debemos acompañarlas con un progreso cultural y cívico que garantice la sostenibilidad de nuestro crecimiento. Este progreso no solo depende de grandes proyectos de infraestructura, sino también de un compromiso colectivo para elevar los estándares de vida y crear un entorno propicio para la inversión y el desarrollo sostenible.
Lograr resultados extraordinarios exige un compromiso profundo con los valores patrióticos, culturales y de la modernidad. Esto significa impulsar el mejoramiento de servicios públicos básicos, como agua corriente, energía eléctrica y seguridad ciudadana. Además, es crucial garantizar el mantenimiento y la expansión de infraestructuras clave: Caminos, carreteras, puentes, escuelas y colegios. Cada avance en estas áreas se traduce en una mayor calidad de vida para los ciudadanos y un entorno más atractivo para inversores nacionales e internacionales.
En el contexto económico, incentivar la inversión no solo implica abrir las puertas a nuevos proyectos, sino también eliminar las barreras que dificultan su ejecución. Esto abarca desde la simplificación de trámites para obtener documentos nacionales y constituir empresas, hasta garantizar la seguridad jurídica que permita la importación de capitales y el desarrollo de negocios de primer nivel.
Paraguay tiene el potencial para convertirse en un destino atractivo para inversores y desarrolladores inmobiliarios, pero esto requiere un esfuerzo coordinado entre el sector público y el privado. Es momento de crear un contexto donde los sueños de construir grandes proyectos sean viables y sostenibles, donde cada inversión contribuya al bienestar colectivo y al posicionamiento de nuestro país en el escenario global.
El futuro está lleno de posibilidades. La pregunta no es si podemos lograrlo, sino si estamos dispuestos a asumir el compromiso necesario para transformar nuestra visión en realidad. Ahora es el momento de actuar, de unir fuerzas y de trabajar juntos por un Paraguay que inspire orgullo, confianza y esperanza.
Buscar incentivos para mejorar los instrumentos de financiación inmobiliaria, extender los plazos y ofrecer tasas más accesibles para la adquisición de viviendas será un desafío para el sector público. Esto permitirá que el acceso a la vivienda sea una meta alcanzable para más familias paraguayas.
Desde el año 2011 he tenido la oportunidad de promover las inversiones en el país. El año 2025 se perfila como la antesala para concretar grandes proyectos que colocarán a Paraguay en el mapa mundial de inversiones económicas. Es el desafío que tenemos que afrontar, con rigor, eficiencia y esfuerzo de todos.