Si bien conocemos que los casos de explotación a personas era una constante desde tiempos antiguos, hace 20 años surgió el primer caso de trata de personas en nuestro país y hoy sigue siendo una constante.
Desde trabajos forzosos, vulneraciones sexuales, tráfico ilícito de personas con fines de explotación sexual, personas utilizadas como mulas para transportar drogas son los que hoy siguen siendo una realidad, lastimosamente, y según las estadísticas, estos casos ocurren más en el interior del país.
Celebro a esta persona que anónimamente informó que un chico de 16 estaba siendo víctima de explotación sexual a través de una red de trata de personas en Fernando de la Mora, el pasado viernes. Y quizás, esta era la última oportunidad que había de salvarlo y fue muy bien aprovechada por las autoridades, que finalmente lo rescataron de las garras de esos opresores.
Esto nos lleva a la imagen de un chico, pero tenemos —y más comúnmente— mujeres, que son víctimas de los casos de trata; pero le puede pasar también a cualquier persona en situación de vulnerabilidad o dependencia.
No entiendo cómo puede una persona ser tan cruel y vulnerar sus derechos a alguien, porque nadie es más que nadie. No entiendo cómo las altas penas no les asustan y cometen estos delitos.
No entiendo cómo mirándoles a las caras las engañan con la promesa de un futuro mejor y se aprovechan de esa ilusión, de sus noblezas, de ese esfuerzo que hacen por poder progresar.
Las condenas muestran que personas extranjeras se unen a paraguayos para enviar nuevas víctimas a dichos países, llegando a meterles en prostíbulos, bajo los engaños de que iban a trabajar para cuidar enfermos, ancianos o como empleadas domésticas, pero esto era solo de fachada.
Qué está pasando en la cabeza de esa gente es mi gran pregunta. Algo que decía la fiscala Carina Sánchez era que las víctimas nos necesitan y no podemos esperar a que esto se ponga más denso para poder acompañarles o salvarles.
Y no solo las víctimas nos necesitan, sino aquellas personas que no conocen sus derechos también. Aquellos que no tienen el acceso a toda la tecnología que hoy los demás estamos usando, no obstante, no pueden informarse de lo que está bien y lo que está mal, y caen en esos engaños.
Hoy tenemos un sinfín de caso de explotación y no solamente de este tipo que ya mencioné antes, sino de mujeres que están viviendo realidades sufridas en sus hogares, que tienen una dependencia económica y emocional de sus parejas que están siendo víctimas de violencia física y sicológica, en donde la manipulación está a la orden del día.
Y la gente se pregunta: ¿Por qué no salen de ahí si saben en qué situación están? Es que para ellas no es fácil enfrentarse a su opresor, enfrentarse a esa realidad. Muchas ni siquiera tienen la posibilidad de salir porque no tienen cómo solventarse después y saben que ahí está esa seguridad que ellas necesitan.
Particularmente me duele tener que informar de estos hechos y conocer a fondo estas historias, porque me doy cuenta de que ya es muy tarde y ya no se evitaron las situaciones que tuvieron que pasar.
Ojalá que estos hechos se sigan visibilizando y terminen con el tiempo.