Los comerciantes de esta zona capitalina aseguran que registran reducciones en sus ventas de hasta el 40% tras la supresión del estacionamiento en las calzadas para la colocación de la bicisenda a solo cuadras de la ciclovía de la avenida Boggiani.
Según la denuncia de los locatarios y residentes, el paquete de medidas —que consiste en el establecimiento de la circulación en una sola dirección en los tramos Souza desde Cruz del Defensor hasta Ramón Díaz y Benigno Ferreira, desde Ramón Díaz hasta Boggiani— ahuyenta a la clientela.
Esta situación genera mucha preocupación, ya que se habla de una zona que estaba en constante avance comercial generando decenas de puestos de trabajo, los cuales ahora están en riesgo.
Estas obras —emprendidas por la gestión del intendente cartista Óscar Rodríguez— son financiadas por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y financiadas por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM). Las bicisendas contemplan unos 31 kilómetros de tramos preferenciales para biciclos.
Estoy seguro de que ningún comerciante que se vio o se ve afectado por la implementación de la bicisenda está en contra de la utilización de medios alternativos de transporte. No obstante, es evidente la improvisación a la hora de diseñar estos tramos.
Un claro ejemplo de ello es que la propia Municipalidad de Asunción concedió recientemente estacionamientos reservados en calles donde posteriormente prohibía estacionar, así como la omisión del perjuicio comercial que ocasiona prohibir el aparcamiento en una ciudad colapsada de vehículos.
Si uno recorre espacios donde se colocaron tramos de la ciclovía, como la avenida Primer Presidente, la propia calle Palma y otros trayectos del microcentro capitalino, se puede percatar de que estos —a pesar de ser nuevos— están sucios, sus señalizaciones estropeadas y su pintura desteñida.
Muchas veces puede existir una intención de innovar o ponerse a tono con las tendencias mundiales, pero esto me recuerda a una típica frase que mi señora madre me repetía con frecuencia cuando yo padecía desgano: “Si no vas a hacer bien, mejor no lo hagas”.
Es hora de que Asunción comience a pensar como una capital, y en vez de espantar a sus contribuyentes con su burocracia y altos impuestos, ofrezca a sus habitantes e inquilinos atractivos e incentivos para sumarse a los eslóganes que buscan fomentar el arraigo.
Mientras las autoridades de la capital sigan viendo como inmigrantes que no aportan nada a sus inquilinos —sin comprender que necesita de ellos, tanto como en los Estados Unidos y Europa necesitan de los latinos— permanecerá como una ciudad fantasma que se torna desierta apenas entra el sol.
La Red de Bicisendas del Área Metropolitana de Asunción (AMA), cuyo impacto debería ser sumamente beneficioso, terminó siendo una víctima más de la improvisación y un calvario más para quienes tienen el privilegio de vivir, invertir o trabajar en Asunción.
Este proyecto de la actual administración se asemeja bastante al fallido Metrobús del Ministerio de Obras Públicas (MOPC), que dejó un tendal de comerciantes en la quiebra, debido a la falta de planificación adecuada y decoró con escombros las avenidas.
Avanzar por avanzar sin dar participación a los afectados se ha hecho una costumbre de las autoridades en su afán de ejecutar los presupuestos o ganar terreno en su deseo de posicionarse políticamente.