Caravanas, manifestaciones, marchas, sentatas y otros símbolos de protesta se iniciaron mediante un despertar primaveral en la Universidad Nacional de Asunción (UNA) hace un año, luego de que el diario ÚLTIMAHORA revele la corrupción operante dentro de la casa de estudios bajo la administración del exrector, Froilán Peralta.
Aquel amanecer juvenil en vísperas de la llegada de la primavera generó que el Campus de la Universidad sea tomado por lo estudiantes, quienes exigían la destitución de Peralta y del Consejo Directivo por una serie de hechos corruptos.
La toma duró al menos tres semanas. El hecho pasó a marcar historia no solo por el símbolo de lucha de la juventud, sino por la unión que mostraron los universitarios dentro del proceso de batalla.
Los jóvenes lograron que Froilán deje el cargo y sea investigado. El hombre fue imputado y acusado por inducción a un subordinado a cometer un hecho punible.
Publicaciones periodísticas evidenciaron las irregularidades en el manejo de rubros docentes y el tráfico de influencia para beneficiar a privilegiados funcionarios. La ex máxima autoridad universitaria nombró a varios familiares de sus dos secretarias sin que tengan la preparación para ejercer el cargo.
El procesado estuvo escondido toda una semana cuanto estalló la histórica movilización estudiantil en contra de las máximas autoridades de la “prestigiosa” casa de estudios.
La presión de los jóvenes hizo actuar a la Fiscalía que imputó a Peralta y ordenó su captura. Ante esto, Froilán Peralta no tuvo más opción que presentar su renuncia al cargo.
La unidad fue clave en la lucha. Los estudiantes de la prestigiosa sede universitaria cada año competían en los juegos universitarios, donde cada Facultad luchaba por destacarse en varias disciplinas, acción que en ocasiones se convertía en un “campo de combate” donde también brillaba el compañerismo.
Lo que se vivió aquel 22 de setiembre del 2015 cambió la historia y marcó un antes y un después en la lucha contra la corrupción. Los barreras cayeron y un espíritu de unidad, armonía y compañerismo invadió aquel campo universitario en donde los estudiantes instalaron sus “nichos” hasta lograr el objetivo.
Hoy la historia se repite y la UNA sigue dominada por presuntos “delincuentes” que postergan la llegada de una mejor educación, según denuncias estudiantiles.
A un año de aquel hermoso signo de lucha, las 12 Facultades de la UNA están en paro por un mismo sentir. Piden que el Estatuto de la casa de estudios sea modificado para que los docentes dejen de tener mayoría y propicien el debate sobre las futuras decisiones que afectarán a estudiantes dentro de una sociedad democrática.
Ambos sectores aún no llegan a un acuerdo y la UNA sigue en paro.