Un revelador estudio realizado por el investigador argentino Alejandro González refleja las características y la forma de pensar, ser y actuar de las generaciones de millennials (Y), de entre 26 y 39 años, y centennials (Z), que tienen entre 9 y 25 años, quienes representan la mitad de la población del país. Según datos demográficos de 2019, uno de cada dos paraguayos es millennial o centennial, por lo que actualmente suman alrededor de 3.700.000 personas, mientas que las proyecciones indican que llegarán a superar los 4.000.000 para el 2025.
Para realizar el estudio, González tomó una muestra de 4.900 casos, correspondientes a la franja etaria de entre 20 y 32 años, provenientes de todo el país.
El estudio concluye que los millennials paraguayos tienen entre 26 y 39 años, aunque el núcleo fuerte de esta generación no supera los 35 años. Mientras que los centennials se ubican entre los 9 y 25 años y su población está integrada mayoritariamente por personas de 20 años.
La investigación realizada por González, y presentada en el marco de la Expo Capasu, incluyó una entrevista colectiva para conocer cómo piensan y cuáles son las expectativas de vida y de trabajo de ambas generaciones y los resultados son realmente curiosos, más que nada porque nunca antes hasta ahora se habían conocido en detalle cuáles eran las aspiraciones y posturas de estas franjas etarias de paraguayos frente a la vida y la realidad nacional.
El estudio indica que la mayor aspiración de los millennials es la de disfrutar de la vida ahora y no esperar a ser un jubilado de 65 años para empezar a hacer lo que les gusta. “El ¡ya! es muy del millennial, sobre todo en relación al placer y el disfrute. La generación millennial paraguaya valora las experiencias propias, que es sinónimo de satisfacción y no quiere perderse de nada, quiere poder hacerlo todo, ahora”, explica González.
El segundo valor central para los millennials paraguayos es la libertad, que es clave porque articula otros valores como la independencia y la autonomía, que son imprescindibles en la vida para esta generación. Esto se refleja en el hecho de que no duran mucho tiempo trabajando en un mismo lugar. “El cambio es fundamental y el dinero es un medio, no un fin, que les sirve para poder viajar, disfrutar y vivir la vida”, agregó.
El investigador indica que los millennials y centennials constituyen las generaciones de los pesimistas, pues ven un mundo roto, en que se precisa de más cooperación y más toma de conciencia. Y aunque los centennials son más de ir a la acción, los millennials, en cambio, tienen más discursos que toma de medidas, pues cuestionan el problema, pero no hacen nada para resolverlo.
La chipa. ¿Cómo ven a Paraguay?, fue otra de las preguntas que les realizó el investigador a los millennials y estos reconocen que el país necesita de cambios y replantearse el futuro. Un dato curioso, pero bien relevante es que esta generación considera a la chipa paraguaya como un ícono cultural, una identidad, que representa un arraigo profundo. “Ellos quieren aportar al país, quieren hacer que esto mejore, pero también existe el imaginario, de que una mejor calidad de vida solo existe en países del primer mundo”, reafirma el investigador.
“Y esto es lo que se denomina un manifiesto millennial: Yo me conformo con la libertad financiera, tener suficiente como para poder usar mi tiempo en las cosas que realmente quiero: viajar, conocer lugares. Es como una pasión por vagar, pero también es un manifiesto de la ansiedad permanente, el gran problema que tiene esta generación”, asegura.
Sin casa. González concluye que los millennials y centennials paraguayos tienen elementos en común, como el de ser nativos digitales o, al menos, haber ingresado al nuevo siglo usando la tecnología. En segundo lugar, menciona que a diferencia de otras generaciones, que tenían casi como dogma conseguir más cosas que sus padres, los centennials y millennials ven imposible acceder a la casa propia, algo que consideran solo como aspiración que nunca alcanzarán.
Más tolerantes e involucrados
Los centennials paraguayos, a diferencia de los millennials, se muestran más tolerantes en relación a la diversidad, menos prejuiciosos, pues viven las elecciones individuales en forma mucho más natural, indica el investigador Alejandro González. También se muestran más comprometidos con la problemáticas globales, la ecología, la sustentabilidad y salen del mero discurso para entrar a la acción para cambiar estas realidades.
En tanto que, a diferencia de sus antecesores, para los centennials el estudio es innegociable, absolutamente necesario para alcanzar metas. “Yo también quiero viajar por el mundo, dicen, pero entienden que para eso se tienen que romper el lomo, mínimamente, estudiando”, concluye.
Además, la generación Z valora más la estabilidad y el esfuerzo y rechazan aún más que los millennials la falta de autenticidad. “Desde este punto de vista, los centennials son una versión mejorada, aunque tienen mucha más dependencia de la tecnología, que, básicamente, es su credo”, alega.