El jefe de vigilancia del ECDC, Bruno Ciancio, presentó estos datos este lunes ante la Comisión de Salud Pública del Parlamento Europeo, donde participó en una audiencia sobre la expansión de estas nuevas variantes del virus y la eficacia de las vacunas ya aprobadas para contenerlo.
Ciancio advirtió, no obstante, que las cifras de las que disponen sobre la prevalencia de las tres variantes, detectadas en diferentes momentos del segundo semestre de 2020, son probablemente inferiores a su presencia real en Europa debido a la limitada secuenciación de muestras positivas que están realizando los Estados miembros.
“Es esperanzador ver que la capacidad (de secuenciación) está aumentando, pero muchos países están aún lejos de lograr sus objetivos”, apuntó el científico del ECDC ante el Parlamento Europeo, en referencia a la meta que ha fijado la Comisión Europea de que al menos se secuencie un 5% de las muestras positivas a nivel nacional.
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Estas modificaciones del virus se transmiten con mayor virulencia que la cepa original: entre un 36 y un 75% más en el caso de la británica, en torno a un 50% para la sudafricana y un porcentaje no determinado para la brasileña, que se encontró más o menos al mismo tiempo por primera vez en Japón.
En el caso de la británica, la prevalente entre las variantes que han llegado a Europa, el ECDC no ha encontrado pruebas de que esta variante cause “problemas en cuanto a la inmunidad adquirida a través de infecciones previas o la vacunación”.
Respecto a la detectada inicialmente en Sudáfrica, sí que hay informaciones que apuntan a una menor protección conferida por los anticuerpos ya generados, por lo que habría un posible riesgo de reinfección que debe ser confirmado con más estudios en la población.
De la brasileña, por su parte, sí que hay evidencias que señalan que puede causar la reinfección a personas que ya se habían contagiado.
La cepa británica está a día de hoy presente en la mayoría de los países europeos, mientras que la sudafricana está en 18 y la brasileña en 9.