19 nov. 2024

Urge acabar con la mafia de la policía que extorsiona a turistas

Un nuevo vergonzoso caso de secuestro y extorsión cometido por policías de la colonia Torín, del Departamento de Caaguazú, contra una pareja de turistas brasileños que visitaban nuestro país, demuestra que esta vieja práctica criminal dentro de las fuerzas de seguridad sigue vigente, reforzando la imagen de corrupción que se tiene en el extranjero acerca de las instituciones paraguayas. Esta vez se pudo actuar porque la propia policía brasileña se movilizó, pero si estos casos persisten es porque hay mucha tolerancia e impunidad desde los propios gobernantes y el sistema de Justicia. Es hora de acabar de raíz con la mafia policial que sigue ahuyentando a los turistas y ubicando al Paraguay entre los países considerados como los más corruptos en la región.

En los países vecinos, especialmente en el Brasil, desde hace décadas hay una idea generalizada de que quienes visiten el Paraguay como turistas, en lugar de ser ayudados y protegidos por miembros de las fuerzas de seguridad, como agentes de la Policía Nacional, agentes de tránsito de los diversos municipios, de la Patrulla Caminera o de puestos militares, se exponen a ser literalmente asaltados por muchos de estos efectivos, para intentar sacarles dinero con amenazas e intimidación, en claras acciones de abuso de autoridad y vergonzosas prácticas de corrupción.

Se han registrado numerosas denuncias de estos vergonzosos atracos de gavillas de uniformados en nombre de la ley, que contradicen a los mensajes oficiales y privados que buscan estimular el turismo. Por el contrario, estos delincuentes uniformados ahuyentan a los turistas y hacen pensar dos veces antes de visitar el Paraguay.

Hace unos días se conoció un terrible episodio vivido por una pareja de turistas brasileños, Mateus Manggioca, de 22 años, y Julia de Lima Venancio, de 21, quienes habían ingresado por Ciudad del Este y fueron retenidos por efectivos policiales de la colonia Torín, en el Departamento de Caaguazú, sobre la ruta PY02.

Los brasileños tenían el documento de autorización de ingreso en formato digital en su celular, ya que lo habían gestionado por internet, pero los policías exigieron absurdamente que lo debían tener en versión impresa en papel, y amenazaron con llevarlos a la cárcel por varios años si no les pagaban 50.000 reales (unos G. 62 millones). Según las víctimas, los amenazaron con vincularlos a la prostitución y al narcotráfico a través de evidencias fabricadas.

Luego fueron llevados a retirar dinero de una sucursal bancaria en Foz de Yguazú, pero la Policía brasileña se enteró del caso y se movilizó. Como resultado, las autoridades paraguayas detuvieron a los suboficiales Eladio Giménez, Gustavo Toledo, Omar Paredes y Julio Díaz, y a su jefe, el comisario principal Alcides Velázquez, jefe de la Comisaría de Torín, por el presunto hecho punible de secuestro y asociación criminal.

El caso es grave. Nuevamente aparece en la prensa internacional que la Policía paraguaya es corrupta y criminal, y que es mejor no venir al país, por riesgo de ser asaltados por las propias fuerzas de seguridad. Aunque en este caso nuevamente se anuncian que se darán fuertes castigos, esta es una historia de nunca acabar, porque muchos policías corruptos simplemente son trasladados de sus lugares y siguen operando en otros sitios. Si el sistema sigue funcionando es porque los delincuentes uniformados cuentan con la complicidad de altos jefes, quienes reciben sus partes de los “golpes”.

Hay que acabar de raíz con la mafia policial. Si eso no ocurre, los turistas seguirán dudando en visitar nuestro país. El lema de la Senatur, “Paraguay, tenés que sentirlo”, se convierte en una burla, porque lo que en verdad sienten quienes se animan a venir es el abuso de autoridad, el robo y el riesgo de ser muertos o terminar en la cárcel, por culpa de una Policía corrupta, amparada o tolerada por los propios gobernantes. Una verdadera vergüenza.

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