La situación de las restricciones impuestas ante la cuarentena por el coronavirus generó una crisis todavía mucho mayor, especialmente en sectores rurales y marginales más humildes de la población, en donde existen precaria infraestructura, limitados recursos docentes y graves problemas de interconectividad.
Desde antes de la pandemia, en las últimas dos décadas, los estudios internacionales sobre educación venían situando al Paraguay entre los peores lugares a nivel mundial.
En 2018 había sido considerado entre los países más atrasados en la escala realizada por el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos para el Desarrollo (PISA-D).
La gestión del ministro de Educación, Eduardo Petta, que ya venía arrastrando diversas críticas por sus muchos desaciertos y su estilo autoritario en el primer año al frente de la cartera, generó aun mayor rechazo por parte de sectores de la sociedad y en especial de la comunidad educativa, en medio de la pandemia.
En mayo último, tras responder a una interpelación en el Congreso Nacional, mereció un voto de censura por parte de la Cámara de Senadores. Pero esto no trajo cambio alguno.
A pesar de no ser vinculante, la medida fue considerada como una reprobación política a su conducción ante la crisis. Semanas después, la Cámara de Diputados rechazó la decisión del Senado y otorgó su voto de confianza a Petta. Ignorando los muchos cuestionamientos, el presidente de la República, Mario Abdo Benítez, ha decidido sostener a su ministro de Educación contra viento y marea, hasta ahora.
En este contexto, el retorno desde ayer a las clases virtuales por parte de casi 1.500.000 estudiantes del sistema público y unos 330.000 del sector privado, luego de una pausa que equivale a las tradicionales vacaciones de invierno, genera muchas preguntas.
No existe aún claridad sobre el sistema con el que se tomarán y evaluarán los exámenes, se reclama la falta de un plan de contingencia ante la actual situación de pandemia y se exige la edición de materiales impresos para los estudiantes y docentes que carecen de conectividad a internet, entre varios otros puntos pendientes.
A pesar de que el ministro Eduardo Petta insiste en que el sistema educativo paraguayo es “inmejorable”, las carencias tecnológicas y de infraestructura no resueltas y la falta de un mayor espacio de diálogo para consensuar los principales conflictos conspiran para que se puedan superar los muchos escollos en que se desenvuelve actualmente la enseñanza.
Es de esperar que los diversos sectores de la comunidad ayuden a que el 2020 no sea un año perdido en materia educativa.