11 dic. 2024

Urge que escolares sigan usando tapabocas para evitar contagios

La dura experiencia adquirida durante la pandemia nos enseñó sobre la utilidad del tapabocas; por tanto, descartar la recomendación de su uso inteligente fue una mala decisión de Salud. Esto es evidente, en momentos en que los niños y adolescentes han vuelto a clases presenciales, y en las últimas semanas aumentaron los contagios de afecciones respiratorias. El tapabocas debe formar parte de nuestras vidas hasta que se supere la pandemia y en temporada alta de virus respiratorios. Los niños necesitan ir a clases, pero deben aprender a cuidarse.

El gran revuelo causado por la propuesta, posterior y rápidamente descartada, del Ministerio de Educación de adelantar el receso invernal por el aumento de casos respiratorios, no permitió el análisis ni el debate de la idea.

Ante el aumento de casos de cuadros respiratorios, que a la vez tienen como consecuencia directa el copamiento de hospitales públicos, y ante un pedido de la Sociedad Paraguaya de Pediatría, la cartera educativa analizó modificar el calendario escolar para apresurar el receso invernal. La idea era cortar la cadena de transmisión de los virus respiratorios. De acuerdo con los especialistas las infecciones fueron aumentando a nivel país, debido a la ola de frío y a los frecuentes cambios de clima; también se señaló que muchas familias no accedieron a las vacunas contra la influenza para los escolares.

Una de las formas de evitar contraer las afecciones respiratorias, que son muy propias de esta temporada, son las vacunas. La vacuna como se sabe no evitará que los niños, jóvenes y adultos enfermen, sino que la enfermedad no les afectará, llegado el caso, muy severamente. Por eso es fundamental inmunizarse con la vacuna antigripal.

El segundo paso que no puede ser pasado por alto e ignorado son los cuidados sanitarios. De estos hemos escuchado bastante durante los últimos dos años de la pandemia del Covid-19; aunque considerando los datos disponibles sobre la circulación de gripes, influenza y Covid, no hemos aprendido absolutamente nada.

Los cuidados mínimos —lavado de manos, distancia social en caso de enfermedad y uso de las mascarillas en ambientes cerrados y que se deban compartir con muchas personas— deberán seguir vigentes, para intentar que no se sigan extendiendo las infecciones respiratorias.

El uso de la mascarilla no hace daño y no supone ninguna limitación para realizar actividades, y aporta la protección necesaria para evitar contagios. Los padres ya están integrados al mundo del trabajo, los virus circulan por todas partes, esos mismos virus que van de la calle al hogar, regresan a la escuela y son los causantes del aumento de contagios de enfermedades respiratorias. Esa situación tiene que cambiar.

Actualmente, la decisión de ir o no a clases virtuales queda a cargo de un equipo conformado por el director, un representante docente, un representante de los padres y estudiantes; y de acuerdo con la evaluación somera del primer día de la semana en que se adopta el modelo híbrido, presencial y virtual, no se dio gran nivel de ausentismo.

Las clases presenciales se reanudaron en el presente año para todos los centros educacionales, luego de dos años de encierro por la pandemia del Covid. Las consecuencias todavía deberán ser evaluadas a través de los años; sin embargo, según la Unesco, en América Latina y el Caribe, los estudiantes perdieron entre 1 y 1,8 años de aprendizaje en este tiempo. Es indudable que esta larga pausa tuvo graves consecuencias en la trayectoria educativa, el aprendizaje y el bienestar emocional de los estudiantes.

Ante la cercanía del inicio del receso invernal, el cual puede aportar un respiro en cuanto a evitar aglomeraciones en la escuela, resulta imprescindible repetir la recomendación de usar tapabocas en las aulas, y en otros espacios cerrados; así como recordar la necesidad del lavado frecuente de manos y ventilar las salas de clase. De acuerdo con los datos de Salud, el contagio de cuadros respiratorios vinculados a la estación del año en que nos encontramos es del 30 al 40% en las aulas.

Ese es el desafío con el que nos enfrentamos, para hacer posible que las enfermedades no sigan frustrando la educación de los niños y niñas.

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