Cuando se trata el endémico problema de los caños rotos, la reacción habitual de las autoridades es justificar que no es culpa de su institución, entiéndase de la Municipalidad de Asunción o de la Empresa de Servicios Sanitarios del Paraguay (Essap). Y, en vez de un trabajo coordinado, lo que se ve con mayor frecuencia es que la Municipalidad le hace responsable a la Essap, en una espiral de falta de asunción de responsabilidades por parte de ambos.
Es cierto que el tema del agua potable, el acceso a ella y la necesidad de contar, por ejemplo, con plantas de tratamiento son algunos de los puntos que demandan más inversión, y que también han estado relegados a lo largo de décadas. Pero Paraguay ya no puede seguir perdiendo tiempo, pues todavía cuenta con recursos valiosísimos, como arroyos y ríos, los cuales deben ser protegidos del avasallamiento de la contaminación, que, como vemos día a día, está poniendo progresivamente en peligro nuestros cursos de agua.
Para todo esto hacen falta políticas públicas. El acceso al agua potable es un derecho. Y es obligación de las autoridades cuidar de los recursos hídricos.
El tema de los caños rotos es un grave problema de infraestructura que demanda una millonaria inversión, pero, sobre todo, requiere un trabajo coordinado entre las autoridades de las diversas instituciones. Cada caño roto significa la pérdida de miles de litros de agua potable; evitar eso debería ser el principal objetivo de todas las autoridades.
Los vecinos opinan que los caños que se encuentran debajo del asfalto no están preparados para la cantidad de tráfico que tienen las calles y denuncian a diario los charcos de agua que se forman sobre el pavimento como consecuencia de los caños rotos, los cuales, al mismo tiempo, causan daños a la calle, dada la pésima calidad de los materiales con que asfaltan las arterias, lo que nos ubica en un bucle interminable.
Sin embargo, desde la Essap aclaran que el problema no guarda relación con la antigüedad de los caños rotos, sino con el material del que están hechos. Según el gerente de la entidad, Carlos Antonio López, “los que más se rompen son de dos pulgadas, son el 95% de los sucesos que tenemos. La mayoría son de polietileno y ahora estamos cambiando por PBC. Es el mismo diámetro, pero cambia el material. Antes era el caño negro; ahora es celeste para demostrar que es material virgen”.
Hace un par de meses, el polémico intendente de Asunción, Óscar Rodríguez, muy enojado porque algunos ciudadanos colocaron su foto junto a un cráter en medio de una calle, hizo un video en el que echó la culpa a la Essap. Y poco después, otro video se hizo masivo, mostrando la destrucción del pavimento por parte de la Essap sobre Eusebio Lillo casi Madame Lynch; sin embargo, la respuesta de la entidad señalaba que los propios funcionarios solicitaron la intervención para solucionar un problema de caño roto en el lugar.
Sin coordinación no va a ser posible solucionar los problemas coyunturales que surjan en las calles de la ciudad de Asunción y el área metropolitana. Pero, al mismo tiempo, se debe tener conciencia de la necesidad de una inversión por parte del Estado para resolver de una vez el problema.
Actualmente se está desarrollando un proyecto para el cambio de cañerías en Asunción, pero en esta etapa de los trabajos solamente son 100 kilómetros, según informan desde la Essap, cuando, de acuerdo con la misma institución, son 300 kilómetros de cañería los que deben ser renovados. Entonces, si se tiene en cuenta que el total de la red en Asunción y área metropolitana es de 2.500 kilómetros, el dato muestra la dimensión real de la inversión necesaria para asegurar que desaparezcan los caños rotos.