Al volver de unos pocos días no laborales pude reflexionar que estamos comenzado un año en el cual el equilibrio del poder se alejará cada vez más de las instituciones. El Paraguay es una muestra representativa. El mundo es el universo. Ya era una tendencia que ahora se fortalece. Recesión geopolítica, con vacíos de poder, y aumento de los conflictos sin un policía global poderoso que maneje el orden mundial. Este es el mundo del 2024. Eso también significa erosión de las instituciones y del respeto que la gente le tenía a los Estados Unidos, en la dimensión geopolítica, donde oficiaba de sheriff, de sacerdote de la ética y la moral, además, de gerente general del comercio internacional.
Instituciones que marcaban los límites de lo posible e imposible, que eran dadas por sentadas, ya no son tales. Cualquiera puede desafiar el poder, el orden y las puniciones de la ONU, del poderoso del norte, por lo menos, por intervalos de tiempos mayores. Ejemplos son Rusia, China, Hamas y otros en el Oriente Medio; hasta un ex presidente sancionado, en modo significativo, de un pequeño país sudamericano que lidera los mercados del crimen alrededor del mundo.
Dicho esto, con poderes debilitados, hoy hay grandes guerras y confrontaciones superpuestas sin perspectivas de una rápida solución. Medio Oriente, el heartland euroasiático, la guerra de los semiconductores donde están China, Taiwán y Estados Unidos, y el paso por el Mar Rojo, etc. El 2024 será un año conflictivo. Lo opuesto a lo que dijo Milei en Davos, sobre un momento único de paz mundial. No hay respuestas eficaces a nada. No hay contención eficiente de las demandas e iras sociales. No hay utilidad en diplomacia alguna, nadie quiere ceder nada a nadie. La fragmentación es la consigna, menos globalización y más proteccionismo.
Algunos modelos están agotados. Lo dijo Dende hace pocos días, el primitivismo productivo llegó a su momento de rendimiento decreciente para satisfacer las demandas ciudadanas. En modo minúsculo vean en Paraguay cómo las voces comienzan a desafiar el nepotismo-hábito secular siempre aceptado - lo que enfadaría sorpresivamente a los López del siglo XIX. En una sociedad caracterizada por la lepra electoral, que vota a sus verdugos sin sentir dolor, veremos cuánto dura.
Es posible que los que disputan los conflictos ni siquiera estén entendiendo en profundidad qué es lo que están peleando, las causas raíz de estos. La ira hoy no necesita ser razonable. Es un problema incomprendido en toda su dimensión, porque no es necesario. Es una rabia existencial en modo universal. Hoy todos tienen derecho a tener sus propios hechos, no solo sus propias opiniones. Tal como advertía irónicamente Daniel P. Moynihan, ex senador estadounidense. En este contexto existen algunas amenazas globales que podemos abordar. Son las siguientes.
En primer lugar, el cambio climático, aunque no nos guste, está de moda. El Niño es una realidad innegable, viene a cada cierto tiempo, volvió en pleno cambio climático, lo que agudiza sus efectos negativos sobre la economía, la política y la sociedad en general. Catástrofes climáticas se desatan por doquier y los presupuestos nacionales 2024 no las cuantificaron en su totalidad. Elevadas tasas de interés postergaron inversiones y ahora hay que endeudarse a toda bala para seguir sobreviviendo. Más de 2,2 mil millones de dólares serán nuevos compromisos 2024 del Paraguay ya sobreendeudado para su capacidad de pagos, para honrar pasivos atrasados crecientes, déficit fiscal galopante, voracidad política insaciable, nepotismo delictivo, evasión desconfiada y sociedad colapsada.
En segundo lugar, emprender es más arriesgado en un mundo donde se vuelve a una segunda guerra fría. Derecha e izquierda alrededor del mundo disputan la guerra cultural de nuevo. Milei dio un discurso al respecto, el de mayor impacto en la historia de Davos, las redes explotaron, sin preocuparse por mostrar al Argentina como destino atractivo para los inversores que escucharon su prédica. Viva la libertad carajo, le bajó. Las empresas y los empresarios por lo general no piensan en socialismo y capitalismo. Al contrario, en todo tiempo y lugar las empresas buscan el lucro, mejoran sus procesos, sus productos, etc. Pero, ojo. Como el 2024 será el año electoral más dinámico en la historia de la humanidad, USA, India, etc. —tal como dije en mi artículo del lunes pasado— los conflictos progresistas versus conservadores exacerbarán los ánimos tanto de inversores como de consumidores y productores en el 2024.
Es la nueva normalidad, clima y conflictos entre la gente, no son crisis pasajeras a las que hay que responder. Los gobiernos deberían entender que el cambio climático, por ejemplo, será una nueva normalidad agudizada, lo que impacta con elevar la volatilidad del producto de los países con primitivismo productivo, como el nuestro, que extrae su riqueza de la naturaleza más que de la inteligencia humana. Se debe crear infraestructura para responder con resiliencia y adaptación a los desastres climáticos. También, crear fondos de estabilización fiscal para soportar los vaivenes de la economía. Y enseñar a leer y escribir, sumar y restar, a los paraguayos, para tener comprensión lectora, aprender álgebra, avanzando hacia el manejo del inglés para entender algoritmos y depender más de la inteligencia humana y menos de la lluvia y del sol. Ahí podremos votar mejor, con menos lepra indolora, democratizando la economía de mercado y creando un nuevo Estado de derecho. Es lo que llamo la economía del conocimiento versus la producción primitivista y el capitalismo de secuaces. Prepararse para un mundo sin libre mercado entre las naciones no es poca cosa, y no podemos enfrentar con hurras desde un quincho.
Estamos viviendo con mucha incertidumbre. Por los mismos canales por donde circula la información anda la desinformación. Sin filtros estaremos muertos. Los dos temas expuestos más arriba tienen el propósito de hacer que la gente piense un poco más allá de lo inmediato y se involucre. Es lo opuesto a responder a los titulares de los diarios y de las redes sociales. Vivimos contestando las noticias algorítmicas que provocan ira e indignación sin sentido ni propósito rupturista, como estamos hoy en día. Qué lástima, dicen cobardemente los comentarios en los grupos conservadores de WhatsApp cuando salta algún escándalo. Pero no mueven un pelo, están satisfechos con el caos que les rodea. Sin empujar las fronteras de lo que sabemos en profundidad, el mundo va a pasarnos por encima. A pesar de todo esto, quedamos los que a pesar de todo esto, y sobre todo a pesar del Estado, estamos dispuestos a mover la economía paraguaya, junto a los emergentes y batalladores que dependen de sí mismos, los que viven con el Jesús en la boca y con Cristo en el corazón. Saludos cordiales.