A principios de mayo último, un colega periodista me puso en contacto con alguien enterado de una situación de venta ilegal de vacunas anti-Covid, que involucraba a una alta autoridad del sistema de Justicia, quien se había inoculado irregularmente. Era la época de aún escasas dosis en el país y se aplicaban solo a adultos muy mayores. Habían estallado los primeros casos de vacunación vip, que llevó a la expulsión de la senadora colorada Mirta Gusinky del Congreso, de modo que la información tenía gran interés público.
Tras exigir promesa de confidencialidad y protección de fuentes, la persona me citó en una oficina en Asunción, en donde me presentó a un joven, quien relató que, a través de un grupo privado de WhatsApp, recibió el siguiente mensaje: “Hay un tipo que nos puede conseguir la vacuna contra el Covid, aunque no tengamos la edad. Hay que pagar 350.000 guaraníes por la primera dosis”.
El joven aceptó, junto a su novia, suegros y algunos amigos. Fueron citados el martes 27 de abril, a las 18:00, en una residencia particular, en el barrio Mburucuyá de Asunción. Acudió con otras siete personas. En el lugar encontraron a más gente, unas veinte personas. Les pidieron aguardar en una sala. Pudieron reconocer a una alta autoridad del sistema de Justicia, que también esperaba.
Aparecieron dos trabajadoras de salud con un contenedor refrigerado. No traían uniforme. Tras pagar los 350.000 guaraníes, fueron vacunados con dosis de AstraZeneca. La alta autoridad fue la primera y se marchó enseguida. El dealer (proveedor) de vacunas es un organizador de eventos y operador político de un partido de oposición. Ya había sido acusado de realizar “vacunación vip a domicilio” en el sitio web laresistencia.com.py, en fecha 12 de abril. El hombre negó las acusaciones, pero el medio reprodujo un mensaje de WhatsApp en donde él anunciaba: “Suspendido visitas a casas hasta nuevo aviso por viralización masiva en redes y luego volvemos con nuevas reglas y condiciones”.
El testimonio del joven fue corroborado por su novia y por otro amigo, pero ninguno aceptó aparecer mencionado en el reportaje, por miedo a las consecuencias de su actuación ilegal y por posibles represalias de la alta autoridad complicada. A diferencia de lo que sucedió con la ex senadora Gusinky, en la plataforma Vacunate del Ministerio de Salud, no figuran los nombres de ninguno de los veinte. Al no poder contar con testimonios asumidos públicamente, ni con un sustento documental, optamos por no publicar el reportaje. Mi experiencia profesional me asegura que las fuentes decían la verdad y que el tráfico ilegal de vacunas anti-Covid existió y probablemente siga existiendo. Cumplo, al menos, en relatarlo genéricamente.
Hoy el caso ya tiene menos relevancia, cuando gran parte de la población puede acceder libremente a las vacunas. La llegada de un millón de dosis de Pfizer y todo el fantástico operativo para vacunar a miles de personas, como nunca antes en la historia, instaura un clima de fiesta nacional, con esperanzas de superar pronto la larga crisis de la pandemia. No olvidemos, sin embargo, que la corrupción no se ha disipado y así como ahora vemos tantas maravillas, también existen las miserias humanas que probablemente siguen al acecho entre los resquicios del sistema.