Giuliana Cattivelli Murdoch, nueva doctora en Medicina y Cirugía, mejor egresada de la promoción 2021 de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional, recibió una medalla de oro en la ceremonia de egreso y compartió un contundente mensaje a la sociedad.
La graduada inició su alocución con una crítica al sistema de educación del país. “La matriculación en el 2016 no tardó en darnos el primer balde de agua fría, con las llamas de la revuelta estudiantil aún encendidas. Nos encontrábamos con que autoridades intentaban blanquear sumarios desarrollados de manera aberrante”, dijo refiriéndose al tiempo transcurrido desde la revuelta generada por #UNAnotecalles. En este sentido, reconoció que aquel proceso fue “insuficiente”, dado que la corrupción y la impunidad volvieron a dicha casa de estudios cuando pasó la euforia de la rebelión estudiantil que había movilizado a los universitarios en el año 2015. Afirmó que las autoridades han intentado blanquear sumarios y el peligro de entrar a clases y recibir maltratos, así como la impunidad sobre las denuncias de malversación de fondos y corrupción en la universidad pública.
Hizo mención asimismo a los intentos de reforma del estatuto de la Universidad Nacional; y cuestionó que no sean escalafonados los docentes extranjeros, ni que se haya establecido la paridad estamental en los órganos de gobierno en la UNA.
Giuliana Cattivelli Murdoch describió de los grandes males que padece el país: la corrupción, la cual ha permeado todas las instituciones. “Veo con preocupación cómo la politización se reactivó en el sector estudiantil (...) con individuos que buscan congraciarse con las autoridades”.
El aspecto más resaltante fue la visión que compartió sobre la educación de los médicos, afirmando que esta debería ser una prioridad de la universidad, y que actualmente no es considerada. “Dista mucho de considerarse al estudiante con necesidades básicas. Pregonar la privación del sueño, el sedentarismo y la mala alimentación con frases como ‘dormís y comés cuando podés’, distan mucho de ser experiencias mejores para la formación del estudiante o médico en formación”, apuntó.
Calificó al sistema de “roto”, del cual los médicos son víctimas de esa desidia. “El médico residente mal pagado, mal preparado y, en ocasiones, pobremente supervisado es el que recibe las consecuencias de la mala gestión del Gobierno”, lanzó a continuación, y sostuvo que la formación médica con base en “condiciones insanas” y además las situaciones de violencia sistémica o con contenidos misóginos no son tomadas con seriedad. También alentó a las mujeres trabajadoras de la salud a renunciar al confort del silencio y resistir por un trato digno.
A la luz de la experiencia vivida por el mundo entero, de una pandemia que desnudó las carencias y la pobreza de nuestro sistema de salud, resulta bastante refrescante escuchar las voces de posturas críticas en una realidad que muchas veces en el Paraguay resulta sofocante e imperturbable. La pandemia del Covid expuso el rostro solidario de los trabajadores de la salud, que hasta el cansancio dieron lo mejor que el sistema de salud puso en sus manos. Este esfuerzo y entrega no significan que se haya olvidado que el peor momento de la pandemia desnudó las carencias de un sistema injusto, que dejó morir a paraguayos, y que sobrevivió gracias a la solidaridad que se propagó con rifas y polladas.
Cuando pedimos una salud universal y gratuita también debemos considerar que necesitamos mejorar la universidad pública y la formación de nuestros médicos, con mejores condiciones a los estudiantes y los residentes. Solo así el pueblo que sostiene esta estructura podrá aspirar a una atención digna y de calidad.