El nuevo arzobispo de Asunción, monseñor Adalberto Martínez, advirtió que el crimen organizado permeó el tejido social, económico, político y hasta religioso de nuestro país. Al mismo tiempo hizo un llamado a laicos y no laicos a recuperar los valores sociales para lograr que Paraguay sea la patria soñada.
En la línea del magisterio de la Iglesia, el arzobispo y presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya señaló que se ciernen en el horizonte negros nubarrones de inestabilidad política y social, como resultado de la ‘‘inequidad estructural y el grave deterioro de las condiciones de vida de los sectores más vulnerables y de la propia clase media, en parte, debido a la falta de políticas públicas de bien común’’.
Martínez atribuyó la desigualdad a la corrupción e impunidad que, en parte, se debe a la prolongada sequía que tendrá serias repercusiones en lo social y económico. “Si no se adoptan programas de protección social, los niveles de pobreza extrema se profundizarán y puede recrudecerse el hambre, sobre todo en los más pequeños en el campo y en la ciudad’’, advirtió el obispo; a la vez que se refirió a la problemática de la tenencia y propiedad de la tierra, y la situación de las comunidades indígenas y campesinas que reciben amenazas de desalojos.
El mensaje de monseñor Martínez llega en el momento oportuno, justo cuando la sociedad paraguaya contempla con estupor y asombro la normalización de la pérdida de escrúpulos y decoro, que se han hecho notorios con los más recientes acontecimientos.

En las últimas dos semanas el país entero ha sido testigo del desarrollo del Operativo A Ultranza Py, la mayor operación contra el crimen organizado y el lavado de dinero llevado a cabo en el Paraguay. En el marco del operativo fueron incautados inmuebles lujosos, vehículos de alta gama, motocicletas, embarcaciones, miles de cabezas de ganado, aeronaves y armas de fuego, que exponían el poderío del mundo del lavado de dinero y del tráfico. La extravagancia y la ostentación no son lo peor, lo es la impunidad con la que actúan los criminales amparados por ciertas autoridades. La operación iniciada en febrero descubrió vínculos de políticos con el mundo del narcotráfico.
Los acontecimientos abonan la sensación de frustración de la ciudadanía, la cual comprueba que ni los méritos ni la preparación ni el esfuerzo personal hacen la diferencia cuando en la sociedad prevalecen los valores de grupos de poder sin escrúpulos. Mientras, la gran mayoría de la población sufre las consecuencias de dos años de crisis por la pandemia del Covid, el profundo deterioro de las condiciones de vida, especialmente los sectores más vulnerables, entre estos las comunidades indígenas y campesinas víctimas de persecución y desalojos.
Es oportuna la llamada de atención del arzobispo, respecto a los nubarrones de inestabilidad, pues ya no se puede postergar más el combate contra la corrupción, la desigualdad, “la violencia silenciosa de la pobreza que excluye y descarta a los más débiles, niños y ancianos, indígenas y campesinos, jóvenes sin oportunidades ni horizonte para sus vidas, familias desestructuradas y agresión al medioambiente”.