La palabra “resiliencia” es una de las que se pusieron de moda a nivel mundial, en el contexto de la pandemia del coronavirus. La resiliencia es la capacidad para superar circunstancias traumáticas, para adaptarse a las situaciones adversas con resultados positivos.
La resiliencia es también uno de los valores más notables que se pueden apreciar en la sociedad paraguaya, en el actual proceso de vacunación masiva contra el Covid-19, con todas las falencias de la gestión gubernamental.
A pesar de que tenemos a más de 14.000 fallecidos por Covid-19 desde el inicio de la pandemia, agregando que aún padecemos un alto número de contagiados y de personas internadas en los hospitales, y que, quien más que menos, ha sufrido la muerte de un ser querido, situación que tal vez se hubiera podido evitar con una gestión más eficiente para mejorar los servicios de salud o la obtención más temprana de vacunas en cantidad suficiente, o a pesar de que muchos han sufrido las consecuencias de la crisis económica, con pérdidas de fuentes de trabajo y de subsistencia, lo llamativo es que gran parte de la ciudadanía habilitada por franjas de edad o por otras circunstancias, ha respondido con mucho entusiasmo y con mucha alegría, acudiendo de manera multitudinaria a los locales de vacunación.
Esta actitud festiva —expresada incluso en muchos detalles pintorescos, como las personas que formaban fila en el ex autódromo Aratirí, para tomarse una foto con el médico Guillermo Sequera, director de Vigilancia de la Salud y uno de los actores más reconocidos en la lucha contra el Covid— revela una actitud que permite sostener esperanzas en la recuperación del país.

Una vez más, el pueblo paraguayo demuestra que es capaz de sobreponerse a las tragedias, como ya ha ocurrido en otros momentos de la historia, incluyendo a las grandes contiendas bélicas, para encarar el destino con nuevas fuerzas.
Ojalá las autoridades y los políticos sepan ser dignos de este espíritu ciudadano y respondan con actitudes más transparentes y patrióticas para encarar esta etapa pos-Covid-19.
El otro elemento que debemos resaltar, valorar y aplaudir es que esta primera etapa de avances en la vacunación masiva contra el coronavirus demuestra la gran capacidad que ha tenido la ciencia para enfrentar el azote de un virus a nivel planetario y para fabricar varias vacunas en un tiempo récord, otorgando respuestas concretas para superar la pandemia.
Este verdadero triunfo de la medicina es una contestación rotunda a los sectores negacionistas que —a pesar de tanta muerte y tanto daño causado por el virus— todavía intentan seguir ocultando los riesgos que implica la pandemia, propagando diversas teorías de conspiraciones que no tienen el más mínimo sustento racional, instigando a que muchas personas no accedan al beneficio que otorgan las vacunas.
Es cierto que aún queda un largo proceso en que hay que mantener los cuidados sanitarios y seguir vigilantes; sobre todo, se debe mantener la confianza en los medios periodísticos para informarse, ante la avalancha de las noticias falsas en internet y en las redes sociales.