21 nov. 2024

Valorizar las empresas paraguayas

A veces cuando nos enteramos a través de noticias, que existen empresas en otros países que no producen utilidades, crecen, aumentan su valor y se destacan por sus logros, nos llama mucho la atención. Ciertamente, operan bajo otras leyes, otros impuestos, otros ambientes y otras condiciones del mercado de valores y del comportamiento inversor.

En un reciente evento convocado por la Cámara Nacional de Comercio y Servicios del Paraguay, el presidente Santiago Peña afirmó que el empresario paraguayo debe entusiasmarse por invertir en empresas paraguayas. Desde luego la inversión extranjera va a sumarse en mayor calidad y cantidad si nosotros confiamos en lo que tenemos.

Claramente, necesitamos un mercado de valores más grande, más fuerte, más variado y más activo. Por ejemplo, nuestros emprendedores deben contar con él para atraer capital. Es impostergable que el sector empresarial continúe y acelere por el camino de la profesionalización y la formalización: mejores estatutos con mejores gobernanzas, protocolos de gestión, respeto a buenas contabilidades, auditorías internas y externas serias y no comprometidas, directores no vinculados, disciplina en el cumplimiento regulatorio y de indicadores de buenas prácticas y los demás elementos que son recomendados y conocidos.

Estas acciones implican también algunos escenarios que nos incomodan, además de cumplir la ley y pagar impuestos: Respeto al consumidor, respeto a la libre competencia, y comportamientos de comercio justos. Pueden implicar también renunciar a ingresos y beneficios, menores márgenes, o hasta menor facturación, rescindir contratos o evaluar proveedores y alianzas. Implican una fuerte evaluación de cómo reconocemos y motivamos a nuestra gente, y una reconsideración seria de cómo se puede mejorar rápida y exponencialmente la educación y la capacitación.

Todo parece indicar que estos eventuales y probablemente temporales sacrificios y esfuerzos valen la pena. Al final se trata de construir empresas sólidas y duraderas y ello es bueno para nosotros y, sobre todo, es bueno para nuestros colaboradores y aliados, lo cual es muy bueno para el país. A partir de raíces fuertes, no solo se pueden esperar inversiones, sino que se puede exportar y se puede salir a conquistar mercados aprovechando las rutas digitales y otros desarrollos tecnológicos que suavizan nuestras limitaciones. De lo contrario corremos el riesgo de que se aprovechen de nuestras debilidades para dilatar negocios, pagarnos menos, valorarnos peor o hasta no considerarnos.

Por supuesto también serán muy bienvenidas las acciones del Gobierno que colaboren con el bienestar: más seguridad, mejor transporte público, mejor salud. Todo forma parte de un sistema en el que, cuando cualquier elemento mejora, la competitividad y productividad generales mejoran. Debemos tener mente abierta para dialogar alianzas de bien común y no esperar siempre algún privilegio, monopolio u oligopolio para progresar.

Confiemos en que el Espíritu Santo nos ayude a superar la soberbia, el egoísmo y cualquier traba para perseverar en la dirección correcta.

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