–¿Hace cuánto tiempo eres doula?
–Acompaño desde hace una década como doula, asesora de porteo, activista de la lactancia materna, promotora del parto respetado y protectora de la vida desde la gestación. Creo profundamente que una sociedad más justa comienza por cómo nacemos y cómo somos recibidos.
–¿Qué querías ser antes de ser doula?
–En el colegio hice el bachiller en Ciencias Sociales con énfasis en comunicación. Apenas terminé el colegio, hice una pasantía de casi un año en el área de comunicación institucional y cultural. Más adelante, ya trabajando, seguí en esa línea de redes sociales, comunicación institucional, producción audiovisual, incluso llegué a estudiar periodismo en la UCA y comunicación audiovisual en la Universidad Americana.
Cuando me embaracé, por primera vez, sentí que tenía que decidir entre seguir estudiando o trabajar y elegí trabajar. En ese momento, estaba en el área de Comunicación de la Presidencia de la República , manejando redes sociales, cubriendo eventos y redactando gacetillas para el diario digital. Decidí dejar los estudios con la idea de retomarlos más adelante, pero seguí trabajando. Sin embargo, al convertirme en mamá, todo cambió. Encontré mi verdadera vocación. Empecé a formarme para acompañar otras maternidades y terminé renunciando a todo lo anterior.
–¿Qué experiencias marcaron tu vocación para trabajar con maternidades?
–Todo comenzó cuando me convertí en mamá primeriza. Necesitaba herramientas, respuestas, tribu. El porteo ergonómico fue mi puerta de entrada a este mundo. Me permitió vivir mi maternidad de forma activa, respetuosa y cercana, sin dejarme al margen de la vida. Ahí sentí el llamado de acompañar también a otras. Con el tiempo fui formándome con seriedad: Talleres, certificaciones, encuentros, participación en movimientos sociales, articulación con profesionales de salud. Y así llegué a acompañar más de 300 partos y cesáreas, especialmente en sectores vulnerables. Hoy formo parte del Instituto de Atención Pediátrica Integral (IAPI), donde promovemos una mirada humanizada e integral sobre la atención materno-infantil.
–¿Cómo fuiste construyendo una forma de trabajar que te permitiera estar presente como madre?
–A fuerza de prueba y error, y también de mucha convicción. Mi trabajo no puede ir separado de mi rol como mamá. Al contrario, es una extensión. Doy talleres, acompaño partos, hago asesorías muchas veces con mis hijos cerca, porque ellos también son parte de este camino, muchas veces di charlas porteando a alguno de mis hijos. También soy parte, junto con mi esposo, de la rama familiar del Movimiento de Schoenstatt, que tiene como ideal promover la unión familiar, priorizar la organización del tiempo y las actividades para crecer juntos en comunidad.
–¿Qué significa para vos el parto humanizado?
–Humanizar el parto es devolverle su dignidad. No se trata solo de que no duela o que sea parto natural a toda costa, sino de que no violenten a las mamás. De que respete los tiempos de la madre, su historia, su cuerpo y su deseo. Que no sea una serie de procedimientos fríos, sino un momento fundacional, donde hay dos vidas que merecen respeto: La de la madre y la del bebé. He visto partos naturales sumamente humanizados y cesáreas llenas de amor. Lo que hace la diferencia es la actitud del equipo de salud, la información disponible, y que la madre tenga un rol activo en todo momento.
–¿Cómo influye el acompañamiento en el embarazo y el parto en la salud física y emocional de madre e hijo?
–La epigenética ya nos confirmó lo que las abuelas intuían: Lo que vive una madre en su embarazo deja huellas en su bebé. El nivel de estrés, el miedo, el amor, el tacto, la contención, todo eso se imprime en el cuerpo y en el alma. Por eso digo que acompañar desde la gestación no es un acto simbólico, es una herramienta de salud pública. Una mujer bien acompañada se siente más segura, se vincula mejor, lacta con más confianza y atraviesa el puerperio con mayor conciencia.
–¿Qué te motiva a seguir sosteniendo estos espacios?
–Podría contarte mil historias, pero todas se resumen en una frase: “Gracias por no dejarme sola”. Ese gracias me lo han dicho mujeres después de parir, de amamantar, de luchar contra diagnósticos duros, de atravesar duelos gestacionales y es ahí cuando entiendo por qué sigo. Esta es mi trinchera, yo defiendo la vida desde el primer latido. Y creo que una mamá que llega a su parto informada, escuchada, empoderada, ya está cambiando el mundo. Aunque nadie lo vea, aunque sea silencioso, cada gesto de respeto hacia una embarazada es una semilla de paz.
–¿Qué es Maternar Paraguay?
– Maternar Paraguay es el nombre que le puse al conjunto de acciones que vengo impulsando desde hace varios años, como ciclos de charlas, eventos comunitarios, espacios de formación y contención para madres. Es una red que conecta marcas, laboratorios, médicos, licenciados en salud mental y profesionales comprometidos con la maternidad, para brindar jornadas de atención gratuita, regalar insumos o sumar su apoyo en Baby Showers Solidarios que organizo para mujeres en situación vulnerable. Es un proyecto que nació desde el hacer, pero con visión de futuro; la idea es que pronto se convierta en una asociación o fundación que pueda asistir a las madres de forma más organizada.
–¿Qué es Agapichu?
–Agapichu nació desde la necesidad real, cuando nació mi segunda hija, ella necesitaba muchísimo estar en brazos, tuvo cólicos y el día a día se volvió un gran desafío. Ahí fue cuando empecé a fabricar mis propios fulares, para poder cargarla cerquita y aliviar un poco todo ese torbellino del posparto. Al principio era algo solo para mí, pero enseguida mis amigas empezaron a pedirme uno y sin darme cuenta, estaba confeccionando portabebés. Junto con mi marido decidimos ponerle nombre y nació Agapichu.
–¿Cuáles son tus mayores preocupaciones en cuanto a tu profesión?
–Mi mayor preocupación es que se siga naturalizando la violencia obstétrica como si fuera parte del protocolo. Que se callen los gritos de las mujeres y se repita el mismo esquema. Me preocupa que se subestime el rol de la doula o de la asesora de porteo como si fuera algo accesorio, cuando en realidad estamos complementando desde la evidencia científica, la escucha, desde lo emocional. Quisiera ver más hospitales con espacios reales para acompañar a las madres.
Para contactar con Vania, se puede acceder a Van Valdés en Facebook, @agapichu o @maternarpy en Instagram.