Ahora, científicos del Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson, en Seattle (Estados Unidos) han identificado una pequeña proteína en el veneno de alacrán que se acumula rápidamente en el cartílago de la articulación y que, a diferencia de los esteroides, actúa en el lugar de la inflamación causada por la artritis.
“Para las personas con artritis, los efectos secundarios del control de la enfermedad pueden ser tan malos o peores que la enfermedad misma, ya que los esteroides van a todas las partes del cuerpo, no solo adonde se necesitan”, explica Jim Olson, líder del estudio e investigador en el centro Fred Hutchinson.
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El estudio, publicado este miércoles en la revista Science Translational Medicine, aún tardará varios años en llegar a los pacientes pero es “una prueba de concepto prometedora” (la demostración de una nueva técnica), afirma el investigador.
Hace cuatro años, Olson y su equipo analizaban péptidos derivados de escorpiones y arañas en busca de moléculas capaces de atravesar la barrera hematoencefálica (una protección natural del cerebro), cuando observaron que uno de ellos se acumulaba y permanecía en el cartílago; en ese mismo instante se dieron cuenta de que esa molécula era un potencial tratamiento para la artritis.
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Tras el hallazgo de la miniproteína, Olson pasó años desarrollando una forma de vincularla a las drogas. Inicialmente la emparejó con un esteroide llamado dexametasona pero descubrió que pequeñas cantidades de la droga se filtraban en el torrente sanguíneo de las ratas causando los mismos efectos secundarios que quería eliminar.
Tras muchas pruebas, el equipo probó con el esteroide acetónido de triamcinolona o TAA, tan efectivo para el tratamiento de la inflamación como la dexametasona pero inactivo en el torrente sanguíneo, lo que evita los efectos secundarios.
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Los investigadores esperan probar su enfoque en un ensayo clínico con pacientes aunque primero tendrán que realizar varios estudios toxicológicos.
“Realmente este estudio muestra el valor de jugar científicamente y hacer las cosas por el puro placer de aprender”, porque “nunca sabes a dónde te llevará. Si pudiéramos aliviar la artritis a millones de personas con muy pocos efectos secundarios, sería una muy buena inversión de nuestro tiempo”, concluye Olson.